Allende Guadarrama

Un blog de Antonio Sáenz de Miera
Edición de verano Edición de Verano

MACRON NO SUDA

Fotografía reciente de Frau Merkel mirando embelesada a Macron

 

“Quien deja que Macron le dé la mano está perdido para la oposición: votará fatalmente por él…”

Enmanuel Carrèrre

 

Yo estaba en París en mayo del 68. Es cierto, no es un farol. Debo de ser uno de los pocos supervivientes de los que vivieron en vivo y en directo aquella revolución que nunca existió. Daniel Cohn Bendit, quizás unos pocos más y yo. No me llevaba a París ningún afán revolucionario, cualquier parecido con Dani el rojo estaría fuera de lugar, pero, cosas de la vida,  el Mayo francés no ha dejado de perseguirme desde que los jóvenes se rebelaron en  el barrio latino un día en el que yo andaba por los alrededores de la Sorbona. Han pasado cincuenta años y sigo dándole vueltas al asunto. He sobrevivido para poder contarlo y lo primero que me pregunto es si el famoso 68 sigue siendo historia del presente o es ya una pura reliquia del pasado. No lo sé, no es fácil saberlo. En el cuarenta aniversario Sarkozy le acusó de todos los males de Francia. Fue en la campaña electoral y le salió bien la jugada. Demostró que el 68 seguía vivo. Removió sus cenizas y ganó las elecciones. Sabía bien el suelo que pisaba. Atacó lo que muchos franceses querían dejar atrás.

Llegó Macron y su gobierno  anunció una gran celebración para “festejar” el medio siglo del 68. Macron no es Sarkozy, está claro y es a él, a Macron a quien va dedicada esta entrada. A mí también me ha seducido este político rompedor e iconoclasta. Fijaos: crea su partido En Marche!! –E. M. son sus iniciales-  tan solo un año antes de las elecciones; nunca, antes de ganarlas, se había presentado a ninguna; es el presidente más joven de la historia del país: tiene 39 años; a los 32 era banquero de inversión en la Rothschild, a los 34, ministro de Economía en el gobierno socialista de Hollande y a los 39 presidente de la Republica Francesa. Pas mal…!!

Macron es un misterio tanto como una esperanza. Enmanuel Carrère, uno de los escritores franceses más valorados en la actualidad, pasó una semana con Macron en las Antillas después del paso devastador del huracán Irma y ha escrito un estupendo reportaje aparecido en español en la revista  Letras Libres. ”Macron no suda”, dice Carrère en las primeras líneas de su artículo. Lo descubrió cuando pudo observar que todos los que le acompañaban en aquel viaje estaban muertos de cansancio y empapados de sudor y el presidente seguía como una rosa. Eso le hacía especial, único, inmune. Era como un dios. Ya en la arena política Carrère le considera un prototipo absoluto del insider que conoce como la palma de la mano las reglas de la política al uso y logra reconvertirse en un outsider  inspirado, místico, en la línea de los visionarios y no los gestores, de los filósofos y no de los burócratas.

¿No iban por ese camino los sesentayochistas?

Es Macron el primer presidente de Francia que no vivió en persona aquellos Sucesos. No había nacido. El 68 queda ya muy lejos y él es muy joven. Quizás la clave esté en la personalidad del presidente, en su estilo, en sus palabras, en sus gestos. Acaba de aparecer en España su libro Revolución en el que da una visión de sí mismo, de sus ideas y de sus proyectos. No es el típico libro de encargo. Es el libro de alguien que quiere marcar su impronta, la impronta de un hombre de letras, de un intelectual, cuyas referencias más próximas estarían en De Gaulle o Mitterrand.

Después de leerlo uno puede entender mejor el respaldo que recibió de Cohn Bendit en la campaña electoral. ¿Acaso no puede ser considerado un buen compañero de viaje de los del 68 quien afirma no compartir los valores de la clase política tradicional y está dispuesto a saltarse a la torera las reglas del juego?

La revolución sin revolución, la “imaginación al poder” en su versión 2018, una nueva forma de entender la política… Buenas ideas todas ellas para esa celebración del Mayo francés prometida. Me habría sumado gustoso si se hubiera celebrado. Pero no ha sido así. Tengo la impresión de que este hombre que no suda, que no se despeina, que mantiene la calma no sabe que hacer con el 68. Probablemente tiene razón: hay muchos 68 y teme que alguno de ellos le estalle en las manos. La decisión final es sabia pero triste: una  gran exposición  en el Centro Pompidou. En un Museo. A eso no me apunto: el 68 merece algo más que el silencio reverente de un gran contenedor cultural. Merece un debate abierto como el que vamos a celebrar en Madrid en la Fundación Ramón Areces.  Será a finales de septiembre. Save the date.