EL PASEANTE…
ESCUCHA EL RUIDO DE LA CALLE
Me gusta escuchar el ruido de la calle, las voces de la gente, el sonido de la ciudad, me pierden las ganas de descubrir al menos una parte de todos esos mundos que están ahí, desarrollándose, encontrándose, peleándose. Todos esos mundos que están en este, como decía el poeta…. Así es que ajusto bien mis audífonos, para no perder ripio y salgo a la calle cada día para airearme, para observar, para tratar de imaginar lo que hay detrás de cada mirada, de cada palabra, de cada cartel, de cada leyenda. Aquella pareja de jóvenes sentados en el suelo, aquel sombrero que se cae, aquella niña que se suelta de la mano de su padre… ¿Qué hay detrás de esa fotografía que tapa un edificio de la Gra Vía? ¿Qué está pasando dentro de ese edificio? No lo sé, solo camino, paseo, y pienso…. Si paseas no dejas de cavilar, no dejas de imaginar, no dejas de vivir. Porque en todas las vidas está la vida, y en todas la palabras, la palabra.
Veo a personas que hablan solas, que no tienen a nadie a su lado, que parece que hablan solas, que están mal, me digo… pero no, me equivoco, acabo dándome cuenta de que llevan los auriculares puestos. No prestan atención al que tienen delante, al que está a su lado. Puedo escuchar con toda tranquilidad. Me sorprende lo bien que habla hoy la gente, con qué precisión, con qué nivel de detalle explican las historias, sus historias, con qué seguridad exponen sus argumentos. A veces me asombra y me asusta su vehemencia, porque todos parecen estar en posesión de la verdad.. Y no dejo de imaginar lo que pueda estar diciendo y pensando la otra parte, esa parte que me pierdo. No dejo de elucubrar, de completar las historias. “Le juré que ya había hecho la transferencia” oigo decir y muevo dubitativamente la cabeza o “está insoportable, desconfiada, suspicaz”, y pienso para mi que le habrán hecho a esa pobre mujer… El paseante, que soy yo, sigue las conversaciones que le salen al paso y aprende mucho de lo que oye y de lo que imagina que hay detrás de lo que oye. Al menos así lo piensa y eso le entretiene y le estimula.
Me pierdo con facilidad, soy despistado y no me cuesta nada preguntar. Me gusta hablar con la gente. Cualquier motivo es bueno para entablar una breve conversación. Es mi manera natural de ser. Compruebo que hay personas que están deseando poder hablar de algo, sobre algo. A veces llevo la mochila abierta. No me he dado cuenta. Alguien me avisa. Siempre hay alguien que te avisa cuando llevas la mochila abierta. La gente es generosa y te advierte. Pero también es temerosa, cada vez más temerosa. No se fía. Y prefiere verlo todo cerrado…
Ayer salí como de costumbre a pasear. Era el día en el que el Rey hizo entrega del Toison a la princesa Leonor. Conmemoraba su cincuenta aniversario. No percibí la noticia en el ruido de la calle. La gente está en otras cosas, me dirán algunos. No sé. Hay cosas que calan y de las que no se habla o se habla poco.. Pero calan. Eso espero. Al oir al Rey dirigirse a la princesa sentí una cierta emoción. Eran más o menos las mismas palabras que don Juan Carlos le dirigió a él cuando tenía la edad de su hija. Lo recuerdo bien y seguro que el Rey también lo recuerda. Todo cambia, pero lo esencial sigue ahí. Aunque el ruido de la calle parezca no percibirlo. Pero afortunadamente ahí sigue.
Querido Antonio gracias por tu blog. Me permito este comentario para decirte que ayer compartí contigo esa “cierta emoción” al escuchar las palabras que el Rey dirigió a la princesa Leonor.
Y es que considero que es bueno, o quizás absolutamente necesario, escuchar de vez en cuando palabras que llaman a cumplir ideales más altos que los propios. Tengo claro que el Rey se dirigía a su hija, pero con su permiso me gusta pensar que en cierta medida estas palabras también las puedo hacer propias.
Pienso que quizás ese es precísamente uno de los grandes valores de la Corona en los tiempos que corren. Recordarnos que todos y cada uno, y desde nuestra posición, podemos y debemos seguir construyendo España cada día.
Aprovecho también la ocasión para felicitar también al Rey por su cumpleaños, en el convencimiento de que S.M. es lector de este fantástico blog.
Tenía, Antonio, cuatro paseantes en mis grandes estimas: Rousseau, Thoreau, Hesse y Walser. Cuatro libros en un estante con los que disfrutar. Estoy seguro de que, contigo, voy a añadir un quinto libro, un quinto paseante en poco tiempo. No te distraigo, por ello: sigue mirando y escuchando las calles más cercanas a donde vivimos y nos lo cuentas más veces con tu agudeza y buena prosa. Tienes oyentes y lectores atentos.Otra flicitación,
Eduardo
Querido Antonio,
Al escuchar las solemnes y cariñosas palabras de SM a la Princesa de Asturias el pasado día 30, bajo la mirada del Emperador Carlos desde la escultura de Pomeo Leoni, no pude dejar de pensar en las Instrucciones de Palamós, que el Emperador, a punto de embarcarse para Italia, dirigía -si no recuerdo mal en el 1543- al Príncipe de Asturias, que quedaba como regente a sus 16 años.
La referencia del Rey a la generosidad de Don Juan y al imprescindible papel de Don Juan Carlos en la Transición, llenaron de fuerza institucional a ese irrepetible discurso, en momentos socio-políticos esperemos que también irrepetibles.
La lectora disfruta leyendo El blog del paseante , vivaz y real como un documental. La lectora lamenta que sus escasos paseos por Madrid no sean tan interesantes. Grietas, agujeros,aceras levantadas y obras diversas acechan al peatón madrileño, y la lectora, que se sabe torpe y con tendencia a la caída, camina cabizbaja y recogida , cual santa medieval, escudriñando las trampas que se ofrecen a sus pies. Sin embargo la lectora también tiene sus pequeños placeres en su deambular; . Que subidón de alegria experimenta cuando se topa con la salida del colegio de niños de primaria y de “guardes”, como dicen ahora. Gritos, algarabia, laberinto de carritos,plátanos, bocadillos,mamás que preguntan mil cosas a sus hijos, pacientes cuidadoras deseando llegar a casa…. La lectora tiene nietos y es sentimental. , olvida el suelo y disfruta del momento. Y RECUERDA….. En tiempos también fue muy andarina y le gustaba pasear, sobre todo en plena naturaleza, y en verano, en esos pueblos y ciudades mediterraneos, con bulevares y calles peatonales. Pasear sin prisa, sin rumbo fijo,sin ser conscientes, ni ella ni su compañero, de qué estaban viviendo lo más parecido a la felicidad. Y un último recuerdo, dulce y melancólico a la vez. Enero de 1968 D. Felipe acaba de nacer, y ya es oficial que la madrina de bautismo será su bisabuela paterna, la reina Victoria Eugenia, que vuelve a España después de 37 años .
Que revuelo de monarquicos con pedigree para ir a Barajas, aquel Barajas de hace 50 años casero y familiar, apenas mayor que esos aeropuertos fantasma en ciertas ciudades españolas. El paseante,admirador de D. Juan,posiblemente estuvo o se planteó seriamente estar entre los “ fieles” que recibirían a la reina. Entretanto la lectora suplía su reciente monarquismo con la curiosidad y el afán de emociones. Pero ay! Estaba de 9 meses y a punto. Su compañero, monarquico “ de toda la vida desde el seno materno de su propia madre” , como decía un pastor conocido de su familia, allá que se fue con otros de su especie, a cumplimentar a la Señora. Felicidades, D. Felipe. Su madrina, como en los cuentos, le regalo abundantes dones.