Allende Guadarrama

Un blog de Antonio Sáenz de Miera

EL PASEANTE…

 

ESCUCHA EL RUIDO DE LA CALLE

 

Me gusta escuchar el ruido de la calle, las voces de la gente, el sonido de la ciudad, me pierden las ganas de descubrir al menos una parte de todos esos mundos que están ahí, desarrollándose, encontrándose, peleándose. Todos esos mundos que están en este, como decía el poeta…. Así es que ajusto bien mis audífonos, para no perder ripio y salgo a la calle cada día para airearme, para observar, para tratar de imaginar lo que hay detrás de cada mirada, de cada palabra, de cada cartel, de cada leyenda. Aquella pareja de jóvenes sentados en el suelo, aquel sombrero que se cae, aquella niña que se suelta de la mano de su padre… ¿Qué hay detrás de esa fotografía que tapa un edificio de la Gra Vía? ¿Qué está pasando dentro de ese edificio? No lo sé, solo camino, paseo, y pienso…. Si paseas no dejas de cavilar, no dejas de imaginar, no dejas de vivir. Porque en todas las vidas está la vida, y en todas la palabras, la palabra.

Veo a personas que hablan solas, que no tienen a nadie a su lado, que parece que hablan solas, que están mal, me digo… pero no, me equivoco, acabo dándome cuenta de que llevan los auriculares puestos. No prestan atención al que tienen delante, al que está a su lado. Puedo escuchar con toda tranquilidad. Me sorprende lo bien que habla hoy la gente, con qué precisión, con qué nivel de detalle explican las historias, sus historias, con qué seguridad exponen sus argumentos. A veces me asombra y me asusta su vehemencia, porque todos parecen estar en posesión de la verdad.. Y no dejo de imaginar lo que pueda estar diciendo y pensando la otra parte, esa parte que me pierdo. No dejo de elucubrar, de completar las historias. “Le juré que ya había hecho la transferencia” oigo decir y muevo dubitativamente la cabeza o “está insoportable, desconfiada, suspicaz”, y pienso para mi que  le habrán hecho a esa pobre mujer… El paseante, que soy yo, sigue las conversaciones que le salen al paso y aprende mucho de lo que oye y de lo que imagina que hay detrás de lo que oye. Al menos así lo piensa y eso le entretiene y le estimula.

Me pierdo con facilidad, soy despistado y no me cuesta nada preguntar. Me gusta hablar con la gente. Cualquier motivo es bueno para entablar una breve conversación. Es mi manera natural de ser. Compruebo que hay personas que están deseando poder hablar de algo, sobre algo. A veces llevo la mochila abierta. No me he dado cuenta. Alguien me avisa. Siempre hay alguien que te avisa cuando llevas la mochila abierta. La gente es generosa y te advierte. Pero también es temerosa, cada vez más temerosa. No se fía. Y prefiere verlo todo cerrado…

Ayer salí como de costumbre a pasear. Era el día en el que el Rey hizo entrega del Toison a la princesa Leonor. Conmemoraba su cincuenta aniversario. No percibí la noticia en el ruido de la calle. La gente está en otras cosas, me dirán algunos. No sé. Hay cosas que calan y de las que no se habla o se habla poco.. Pero calan. Eso espero. Al oir al  Rey dirigirse  a la princesa sentí una cierta emoción. Eran más o menos las mismas palabras que don Juan Carlos le dirigió a él cuando tenía la edad de su hija. Lo recuerdo bien y seguro que el Rey también lo recuerda. Todo cambia, pero lo esencial sigue ahí. Aunque el ruido de la calle parezca no percibirlo. Pero afortunadamente ahí sigue.