“@Cotec_Innova fue una iniciativa del Rey emérito, pero quien la hizo realidad fue #Asiain . Su legado en #innovación es inmenso”
Mi primer tuit de 2017.
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Hará ya unos tres años que Pilar Portero, inteligente periodista que forma parte de mi entorno familiar, me habló de la importancia de Twitter, de la que tenía, y sobre todo de la que llegaría a tener en el futuro. “Si no estás en Twitter no estás en el mundo”, me vino a decir. La escuché con interés, Pilar está siempre muy al día, pero me quedé un poco desconcertado: ¿qué demonios se podía decir en solo 140 caracteres?. Enseguida abrí una cuenta, pero ahí se quedó, prácticamente sin estrenar. Con esa estúpida arrogancia del ignorante ya entrado en años, decidí que aquello no servía para tanto y que no merecía la pena dedicarle demasiada atención. No veía porvenir al asunto y me equivoqué, vaya que si me equivoqué. Por ahí andan unos cuantos tuits que puse sin demasiada convicción y unos cuantos seguidores que ya me habrán perdido la pista por ausencia de huellas.
Ahora, por fin, me he dado cuenta de que 140 caracteres sí que dan para mucho: para debates políticos (democracia de tuiteros llama Raúl del Pozo a la política actual); para crisis diplomáticas; para campañas publicitarias; para vender discos, libros o lo que sea… “Cháchara sin sentido, corta ráfaga de información intranscendente…” ese es el significado de la palabra Twitter en inglés. Esa “cháchara”, sin embargo, factura más de dos mil quinientos millones de dólares y produce 65 millones de tuits al día. Asustan esos datos pero ahí están. Tiene además efectos y causa impacto. A veces causa también pavor. Donald Trump que será en unos días el presidente del país más importante del mundo, no ofrece ruedas de prensa, no contesta a las preguntas de los periodistas … pone tuits. Y a veces se equivoca al escribirlos, ¿a quién no le pasa?.
Entendemos o tratamos de entender su calentón al enterarse de que China había robado aparentemente un “dron” americano y, conociéndolo como le vamos conociendo, no nos puede extrañar que tirara rápidamente de su móvil y pusiera un tuit tremendo. Lo malo es que a causa de un pequeño error, el tuit en cuestión, se volvió viral y llegó a medio mundo. Dan miedo estas cosas. También en España ha habido casos parecidos pero, claro, a escala nacional; no tan virales, digamos. Nuestros políticos exponen y dirimen sus diferencias con tuits cada vez más explícitos y en ocasiones también se equivocan.
Es cierto que los tuits los carga a menudo el diablo, pero forman ya parte de nuestro entorno social. Siento que me pierdo algo, que no estoy al día, que algo debe de tener esta red social que yo no supe ver. Detrás de tanta “cháchara”, de tanta polémica, de tanto alarde, también hay información, reflexiones inesperadas, opiniones inteligentes, ingenio…
Reconozco ahora el error de cálculo que cometí después de mi conversación con Pilar. Se lo he dicho y me ha animado a volver. Voy a hacerlo, de hecho ya he puesto un tuit esta mañana dedicado a José Ángel Sánchez Asiain, gran banquero y gran innovador, a cuyo lado trabajé muchos años. He utilizado aquella cuenta que tenía abandonada y he cumplido así uno de mis propósitos para 2017 (haré también más “estiramientos” pero eso importa menos a mis lectores aunque probablemente sea más rentable para mi salud).
Voy a “piar, gorjear, lloriquear, quejarme”…eso es también tuitear en inglés, cada vez que algo me sorprenda, me preocupe o me interese y pueda interesar, a mi juicio, a los demás. Lo que no sé es cuantos seguidores tendré, cuantos me quedan de mi “primera época” y cuantos nuevos iré ganando. Tampoco me importa. Seré un tuitero de culto, es decir de esos a quien no lee casi nadie. Pero nunca se sabe; lo mismo en algún momento soy capaz de liarla parda con solo 140 caracteres. Aquí tenéis mi cuenta:
twitter.com/AntonioSdeMiera
Hola Antonio Excelente