Allende Guadarrama

Un blog de Antonio Sáenz de Miera
Edición de verano Edición de Verano

DESCONCIERTO EN EL PALACIO REAL


…Ojo en camino y ojo en lo por venir…

 

 

Fábula de los tres hermanos

Silvio Ródriguez

 

 La visión adelantada de Sánchez Asiaín

 

Durante la etapa de creación de la Fundación Cotec tuve la suerte de trabajar muy cerca de José Ángel Sánchez Asiaín, el gran banquero -y muchas cosas más- fallecido recientemente. El Rey emérito le había elegido, junto a José Lladó y Adrián Piera, para impulsar la creación en España de una institución de innovación empresarial. Ese proyecto era Cotec. En él Asiaín y yo nos encontramos por azares del destino y siempre nos entendimos, sintonizamos. Había una fácil afinidad entre nosotros.

El mismo día en que se hizo pública la noticia de su dimisión como Presidente del BBV, recibí una llamada suya para decirme que estaba listo para atender el encargo del Rey y que contaba conmigo. La decisión de dejar el Banco en manos de Emilio Ybarra tuvo que ser dolorosa para él, pero, si lo fue, no se le notaba. Siguió adelante como si no hubiera pasado nada, o al menos eso parecía. Viví con él en Cotec, con el Rey siempre muy cerca, momentos y experiencias inolvidables que, aduciendo su falta de memoria, algo que nunca llegué a creerme del todo, me pedía que le recordara en algunos momentos de relajo alrededor de un Dry Martini, bebida que le gustaba casi tanto como a mi. Una de las historias que nos gustaba recordar es la que traigo hoy aquí en estas líneas de homenaje a su memoria.

Estamos en uno de los actos públicos más importantes de Cotec. El Rey, feliz y satisfecho con la marcha del proyecto, ofrece en el Palacio Real un almuerzo a los patronos de la Fundación Cotec, al que se invita también a los directores de los principales medios de comunicación del país. Con la colaboración de Eduardo Punset y de Rafael Ansón, dos personajes con los que tuve que lidiar en aquellos tiempos, se preparó el acto con toda minuciosidad. El día del acontecimiento estábamos todos, Asiain incluido, un tanto nerviosos. No era para menos: asistirían los Reyes, los ministros, Solana y Aranzadi y lo más granado del mundo empresarial y de la comunicación.

Andaba buscando mi sitio en las mesas instaladas para la ocasión en el Salón de Columnas del Palacio, cuando se me acercó Asiaín con aire preocupado: el director del diario Egin, invitado por error al acto, después de decir el día anterior, para nuestra tranquilidad que no asistiría, si había acudido finalmente. El desconcierto se apoderó de nosotros, solo de nosotros porque nadie  más lo sabía. Me pidió que me ocupara de él, que lo sentara en mi mesa y a mi lado y que tratara de salir del paso de  la mejor manera posible. La invitación a Egin, el periódico “maldito” al que se asimilaba con ETA, se había colado en los envíos sin que nadie se diese cuenta. La respuesta inicial había sido negativa pero se ve que alguien pensó que podría merecer la pena ver de que iba aquello y por allí andaba ya su director según me dijo Asiain. Se llamaba, creo recordar, Xabier Oleaga. Un “batasuno” se encontraba en el Palacio, a unos metros del Rey, y nadie lo sabía. Le reconocí con facilidad, me presenté, le agradecí su presencia y le conduje a nuestra mesa. Busqué asuntos comunes para iniciar la conversación: Deba, San Sebastián, los montes de Euskad… Volví a agradecerle su presencia pero no me dejó seguir: era el, me dijo quien tenía que agradecer la invitación: “ya era hora de que se acordaran de nosotros”. La idea de que el Rey dedicara su tiempo a impulsar la investigación y la tecnología le parecía interesante y me pidió que le hablara de Cotec…Normalidad absoluta; desconcierto superado. No pasó nada, no tenía porqué pasar. Al día siguiente la noticia del acto apareció en Egin con cierto relieve: la invitación del “monarca Borbón” les parecía, lo mismo que a Oleaga, “muy de agradecer”

Cuando esa misma tarde, ya todos felices  y contentos por el éxito del acto, le conté a Asiain como habían ido las cosas, tuve la sensación de que  comenzaba a contemplar el “error” de la invitación al director de Egin desde otra perspectiva. Le veía tan sonriente y tranquilo que llegué incluso a pensar que tal “error” no se había producido nunca. Asiain iba siempre unos pasos por delante de los acontecimientos; llevaba la innovación y la anticipación en los genes. Años más tarde, cuando después de las elecciones generales de 2011 los diputados de Amaiur acudieron a la Zarzuela, me llamó por teléfono: “¿Te acuerdas de lo de Egin en el Palacio Real?. Por supuesto que me acordaba.

ESTE AÑO ME ENCONTRARÉIS EN TWITTER.

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“@Cotec_Innova fue una iniciativa del Rey emérito, pero quien la hizo realidad fue #Asiain . Su legado en #innovación es inmenso”

Mi primer tuit de 2017.

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Hará ya unos tres años que Pilar Portero, inteligente periodista que forma parte de mi entorno familiar, me habló de la importancia de Twitter, de la que tenía, y sobre todo de la que llegaría a tener en el futuro. “Si no estás en Twitter no estás en el mundo”, me vino a decir. La escuché con interés, Pilar está siempre muy al día, pero me quedé un poco desconcertado: ¿qué demonios se podía decir en solo 140 caracteres?. Enseguida abrí una cuenta, pero ahí se quedó, prácticamente sin estrenar. Con esa estúpida arrogancia del ignorante ya entrado en años, decidí que aquello no servía para tanto y que no merecía la pena dedicarle demasiada atención. No veía porvenir al asunto y me equivoqué, vaya que si me equivoqué. Por ahí andan unos cuantos tuits que puse sin demasiada convicción y unos cuantos seguidores que ya me habrán perdido la pista por ausencia de huellas.

Ahora, por fin,  me he dado cuenta de que 140 caracteres sí que dan para mucho: para debates políticos (democracia de tuiteros llama Raúl del Pozo a la política actual); para crisis diplomáticas; para campañas publicitarias; para vender discos, libros o lo que sea… “Cháchara sin sentido, corta ráfaga de información intranscendente…” ese es el significado de la palabra Twitter en inglés. Esa “cháchara”, sin embargo,  factura más de dos mil quinientos millones de dólares y produce 65 millones de tuits al día. Asustan esos datos pero ahí están. Tiene además efectos y causa impacto. A veces causa también pavor. Donald Trump que será en unos días el  presidente del país más importante del mundo, no ofrece ruedas de prensa, no contesta a las preguntas de los periodistas … pone tuits. Y a veces se equivoca al escribirlos, ¿a quién no le pasa?.

Entendemos o tratamos de entender su calentón al enterarse de que China había robado aparentemente un “dron” americano y, conociéndolo como le vamos conociendo, no nos puede extrañar que tirara rápidamente  de su móvil y pusiera un tuit tremendo. Lo malo es que a causa de un pequeño error, el tuit en cuestión, se volvió viral y llegó a medio mundo. Dan miedo estas cosas. También en España ha habido casos parecidos pero, claro, a escala nacional; no tan virales, digamos. Nuestros políticos exponen y dirimen sus diferencias  con tuits cada vez más explícitos y en ocasiones también se equivocan.

Es cierto  que los tuits los carga a menudo el diablo, pero forman ya parte de nuestro entorno social. Siento que me pierdo algo, que no estoy al día, que algo debe de tener esta red social que yo no supe ver. Detrás de tanta “cháchara”, de tanta polémica, de tanto alarde, también hay información, reflexiones inesperadas, opiniones inteligentes, ingenio…

Reconozco ahora el error de cálculo que cometí después de mi conversación con  Pilar. Se lo he dicho y me ha animado a volver. Voy a hacerlo, de hecho ya he puesto un tuit  esta mañana dedicado a José Ángel Sánchez Asiain, gran banquero y gran innovador, a cuyo lado trabajé muchos años. He utilizado aquella cuenta que tenía abandonada  y he cumplido así uno de mis propósitos para 2017 (haré también más “estiramientos” pero eso importa menos a mis lectores aunque probablemente sea más rentable para mi salud).

Voy a “piar, gorjear, lloriquear, quejarme”…eso es también tuitear en inglés, cada vez que algo me sorprenda, me preocupe o me interese y pueda interesar, a mi juicio, a los demás. Lo que no sé es cuantos seguidores tendré, cuantos me quedan de mi “primera época” y cuantos nuevos iré ganando. Tampoco me importa. Seré un tuitero de culto, es decir de esos a quien no lee casi nadie. Pero nunca se sabe; lo mismo en algún momento soy capaz de liarla parda con solo 140 caracteres. Aquí tenéis mi cuenta:

twitter.com/AntonioSdeMiera