Allende Guadarrama

Un blog de Antonio Sáenz de Miera
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EL NOBEL DE LA PAZ Y LA PAZ EN COLOMBIA

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Timochenko con la banda presidencial, imagen utilizada por los partidarios del NO

 

 

“Un merecido Nobel para Santos”

Editorial de El País

 

“Un Premio Nobel de la Paz inoportuno y controvertido”

Editorial de El Mundo

 

 

La concesión del Premio Nobel de la Paz al presidente Santos ha desatado una fuerte polémica en Colombia y, como vemos por las citas que encabezan esta entrada, también en España. Lo de Bob Dylan que ha venido después no ha dejado tampoco de sorprender pero evidentemente son cosas muy diferentes. Dar un premio de literatura aunque sea a un músico, ofrece menos riesgos que galardonar a un político en activo. Eso es siempre dar un salto en el vacío. Recuerdo que siendo como era yo entonces un ferviente “lulista”, me pareció prematuro que el Príncipe de Asturias fuera para  Lula cuando llevaba pocos meses en la presidencia. Se lo dije a Leopoldo Calvo Sotelo que había presidido el Jurado y me dio una explicación que me pareció convincente: “No se lo damos en realidad a Lula” me dijo “se lo damos a un proyecto político rompedor de tabúes que nos parece un buen ejemplo para   América Latina y que debe de ser alentado”. Aquello tenía sentido aunque comportara un cierto peligro –de hecho a no mucho tardar Lula estuvo a punto de ser encausado por problemas de corrupción en el Partido de los Trabajadores que le había aupado al poder-. Con todo me pasé al bando de Calvo Sotelo: los Premios tienen que servir para apostar por causas justas, para innovar, para abrir caminos.. Si se limitan a confirmar lo ya sabido, a ir siempre sobre seguro, su transcendencia puede llegar a ser muy limitada. Es lo mismo que pasa con las fundaciones y no olvidemos que lo que creó Alfred Nobel  fue una fundación. Dejó claro además en su testamento que uno de sus objetivos debería de ser precisamente “la propagación de los procesos de paz”. Así, como suena, con estas palabras. Que el Jurado pensara en el presidente Santos y en Timochenko, los dos protagonistas del transcendental Acuerdo de Paz en Colombia, para el Premio de 2016 estaba casi cantado.

Pero la grave crisis política creada por la derrota del SÍ en el plebiscito dio un giro a la situación. El Comité del Nobel, explicó su presidenta, decidió finalmente concentrar su reconocimiento “en el actor que iba a necesitar la fuerza suficiente para anclar su posición por la paz y aunar en su figura el respaldo internacional del premio”. O sea, echar un salvavidas al proceso de paz. Valoraba el Premio el enorme trabajo que el presidente había llevado a cabo durante cinco años en busca de un acuerdo con las Farc. Se requirieron mucha fuerza de voluntad y mucha tenacidad para no tirar la toalla en un proceso que ha estado lleno de enemigos, obstáculos, desinformación y crisis reales y era eso lo que el premio reconocía a pesar del NO.

En cinco días el gran derrotado político en el plebiscito se convirtió en el ganador del Premio Nobel de la Paz. Se cumplía así el sueño de Santos de pasar a la historia pero quedaba por ver el impacto real del premio en el futuro de las negociaciones. El Nobel apuesta por la paz y da un espaldarazo internacional al presidente Santos. Eso  tiene sin duda un gran valor, aunque  no le resuelve  el problema interno que tiene para construir un consenso sobre los acuerdos. Leo en la revista Semana que  le permite elevar la estatura histórica del proceso de paz. De  acuerdo,  pero queda por ver si es suficiente para superar los problemas pendientes y apagar los rescoldos y las heridas que ha dejado el plebiscito. Ratifica el Nobel que el mundo tiene fe en que el proceso de paz se logre finalmente, pero la palabra la siguen teniendo los colombianos. La firma solemne del Acuerdo de Paz en Cartagena de Indias en presencia de altos dignatarios de gran parte del mundo antes del anunciado plebiscito de aprobación, fue probablemente un error. A muchos colombianos no les gustó y a muchos de los de fuera nos sorprendió. “No se puede vender la piel del oso antes de cazarlo”, me decía un buen amigo de Medellín que votó NO. Casi todos mis otros amigos colombianos se inclinaron  por el SÍ aunque les costara digerir algunos aspectos del Acuerdo. Han sido muchos años de guerra y muchos muertos y Colombia ansía la paz. Si “a pesar de todo…” ha seguido siendo un país vivo y pujante,  nos podemos imaginar lo que puede llegar a ser cuando se ponga fin a esa guerra interminable. Por eso  soy de los que están contentos con el Nobel de Santos. Y también con el de Dylan

La Inigualable sensación de dar

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“No es lo que tenemos sino lo que disfrutamos lo que constituye nuestra verdadera abundancia”

 

Epicuro.

 

Ya he contado alguna vez algo que me dijo don Ramón Areces, ese personaje asturiano que creó, como el que no quiere la cosa, el emporio de El Corte Inglés y también la Fundación que “lleva su nombre”, como se suele decir. Cuando yo le conocí y le traté se estaban dando los primeros pasos para el desarrollo de la Fundación Areces y don Ramón comenzaba a descubrir los gozos y las sombras de la filantropía. “Mire usted Miera”, me dijo un día con su llaneza habitual, “El Corte Inglés es ganar, ganar, ganar… la Fundación es dar, dar, dar…”.

Tengo la impresión de que, poco a poco, el gran empresario asturiano iba empezando a percibir  que “dar” podía llegar a ser incluso más gratificante que “ganar”. Empezó a descubrir “la inigualable sensación de dar”, que no hay nada como ser generoso, nada como poder ayudar a alguien en algo que necesita, nada como sentir que has contribuido a mejorar el mundo de alguna forma: con tu tiempo, con tu dinero, con tu actitud. Decir algo así parece ingenuo. Quizás lo sea. Pero también es cierto, es real, cuando lo estás sintiendo, cuando lo estás comprobando: dar produce bienestar, dar produce felicidad. Somos tan complicados, tan contradictorios, que el egoísmo y la generosidad pueden habitar en nosotros al mismo tiempo, casi simultáneamente. El amor propio nos lleva también a dar, a mirar por los demás, a tratar de ponernos en su piel. Parece paradójico. Lo es.

Giving Tuesday es el lema de este año de una campaña global que promueve acciones solidarias, que trata de llamar la atención sobre la necesidad de activar e incentivar la cultura de la donación. He de deciros que a mí esto de convertir cada día del año en un día “para algo” no me gusta, y menos todavía si abunda en la invasión dominante del inglés. Me provoca un rechazo inmediato. Pero tengo la impresión de que esto es harina de otro costal y me he decidido a traerlo a este blog. Es el sino de los tiempos… Qué le vamos a hacer!!! Y no queda otra que aprovechar los canales que se abren, nos guste o no, para hacer cosas con sentido, con buen sentido, que produzcan efectos buenos y duraderos…

Os contaré algo más del Giving Tuesday. La idea nació en EE.UU. como alternativa al Black Friday y al Ciber Monday, ahí seguimos con la lengua de Shakespeare, orientados a las compras de Navidad. Estos días incentivan el consumismo; el “giving” incentiva la solidaridad. La gente de la publicidad y del marketing, que son unos linces, lo saben bien y tratan de aprovecharlo al máximo. El consumismo y la solidaridad aparecen mezclados, confundidos, enfrentados. Así las cosas, la cuestión, para no complicarnos mucho, es muy sencilla, o debería de serlo: que gane el “giving”, que gane la solidaridad, ¿No os parece? Aunque sea una guerra casi imposible de ganar, creo que merece la pena dar la batalla cada año. No es tan mala idea, después de todo. “Un día para dar”, un día para que nos acostumbremos a ser generosos durante el resto del año…

El Giving Tuesday de este año será el 29 de noviembre. En 2015 participaron 35 organizaciones de 72 países que convirtieron esa fecha en una celebración mundial de la generosidad y el altruismo. Semanas antes de ese día, y ese día especialmente, a través de una plataforma web se darán a conocer acciones e iniciativas solidarias para que personas, organizaciones y empresas se animen a colaborar: causas sociales, causas culturales, causas medioambientales. Se trata de comunicar, compartir y contagiar el entusiasmo por dar, por ser generoso. Se puede participar de muchas maneras: haciendo una donación, colaborando como voluntarios en alguna actividad, donando sangre, alimentos, artículos de segunda mano, etc.

No es solo para ese día. No solo en tiempo de Navidad. No es solo para aliviar nuestras conciencias. No está nada mal que cultivemos, alimentemos y estimulemos ese impulso de dar, de ayudar, de compartir. No está nada mal que, para variar, nos comportemos con generosidad. Ya sé que la generosidad tiene un poco de egoísmo emboscado. Aquello que nos explicaba Boulding en su economía del amor y del temor. Ya no somos unos ingenuos pero tampoco podemos dejar de serlo. Porque sabemos en carne propia que cuando la generosidad triunfa sobre el egoísmo nos encontramos mejor, somos más felices. Cuando la generosidad triunfa, sobran las normas. Y cuando esto sucede realmente no hay nada mejor.

Apúntate al Giving Tuesday de 2016. En su convocatoria ha participado la Asociación Española de Fundaciones y ello es un buen aval. Apúntate el 29 de noviembre y ya no pares de dar….