Allende Guadarrama

Un blog de Antonio Sáenz de Miera

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«El triunfo del mercado ha estrechado nuestra idea de lo que es la libertad»

Michael Sandel

 

 

En noviembre de 2013 publiqué en este blog una entrada que titulé ¿Qué mosca me ha picado?. Decía que no sabía que mosca era esa, pero que debía de ser muy perseverante porque cada vez que pasaba por la estación del metro de Sol me llevaban literalmente los demonios. Era por lo de Vodafone. En tiempos de Ignacio González la Comunidad de Madrid había decidido “vender” el nombre de uno de los lugares más emblemáticos de Madrid a esa marca comercial. Estaba  tan indignado como los del 15M pero de nada me valió tanta indignación, tanto cabreo. No solo el nombre seguía; es que iba a peor. Ya no era Sol Vodafone si no Vodafone Sol. Vodafone había ganado. Todo vale por la pasta.

Cuando en tiempos de Manuela Carmena, se abrió la Web “Madrid Decide”, me apresuré a mandar una propuesta, muy razonada a mi juicio, pidiendo que se le devolviera a la estación de Sol su nombre original. Me parecía difícil llegar a las 53000 firmas que se necesitaban para que la propuesta fuera vinculante, pero pensé, con manifiesta ingenuidad, que sería muchos los que me apoyarían. El resultado, sin embargo, fue decepcionante: uno, solamente uno de los que reaccionaron ante mi petición decía estar de acuerdo conmigo. Los demás, alrededor de sesenta, no podían entender como alguien en su sano juicio pudiera despreciar un dinerillo que llegaba a las arcas públicas de forma tan fácil y sin afectar a sus bolsillos. Todo valía por la pasta.

Desistí del asunto; era misión imposible. Nuestros representantes políticos  no veían inconveniente en vender lo que fuera con tal de sanear las finanzas públicas y la mayoría de los ciudadanos miraban hacía otro lado. Lo más sensato y lo más saludable al parecer era resignarse y eso es lo que hice. Tampoco era cosa de amargarse la vida por esas naderías que uno no creía que no lo eran tanto, pero que a nadie importaban. Me preocupaba sin embargo, he de reconocerlo, haberme convertido en un cascarrabias, en un rebelde sin causa y me moví en busca de argumentos que pudieran explicar mi desvarío y tranquilizarme un poco. A nadie, o a casi nadie, le gusta ir contracorriente..

Mi amigo Paco Laporta, el ilustre catedrático de la Autónoma acudió una vez más en mi ayuda y me recomendó leer a Michel Sandel, un eminente profesor de ética de Harvard que había escrito un buen libro: “Lo que el dinero no puede comprar”. Allí me fui de cabeza y encontré justamente lo que buscaba. Hay cosas que deben de quedar fuera del comercio; “no podemos dejar nuestra vida en manos del mercado sin correr el riesgo de que se socaven valores y prácticas sociales que deberían de considerarse inviolables”. Eso es en resumen lo que dice Sandel. Me pareció perfecto pero era evidente que ni los políticos ni los ciudadanos se dedicaban a leer a los profesores de ética. Decidí olvidarme de Vodafone y su lagrimita. Uno, al final, llega a acostumbrarse a todo.

Había perdido ya “ogni speranza” cuando una mañana de un día de estos, me saltó a la vista un titular de El País que me llenó de asombro. No me lo podía creer: la estación de Sol iba a recuperar su nombre original. Eso decía. Me puse eufórico; ya está, pensé, el equipo de gobierno de Cristina Cifuentes, menos “liberal” que el de González, ha recapacitado y ha decidido darnos una alegría a los protestones. Seguí leyendo y me empecé a preocupar. De lo que hablaba el consejero de transportes en las declaraciones que recogía El País, no era de argumentos éticos o morales si no de dinero. Empezaba bien al reconocer el “revuelo social” que se había creado en Madrid por el cambio de nombre “de una estación emblemática”, pero terminaba mal, muy mal, cuando dejaba caer que solo “una oferta multimillonaria” les podría hacer cambiar de opinión. Si Vodafone o cualquier otra marca pagaba más, la estación de Sol volvería a ser suya. Las teorías de Michael Sandel u otros argumentos   éticos son milongas para nuestros políticos de hoy y de ayer. Y así van las cosas.

Llamé a Olaya el director de la sección de Madrid de El País y le conté lo que ocultaba el titular que tanto me había alegrado.. Me dijo que le mandara algo y esto: “¿nos timan con lo del metro de sol?” es lo que salió. No sé por fin lo que pasará, lo mismo al finalizar el contrato con Vodafone la estación de Sol recupera su nombre. Pero si es así, y ojalá lo sea, la Comunidad de Madrid no se puede poner ninguna medalla. El dinero y el mercado, sí.