por Antonio Sáenz de Miera | 26-10-2015 | General

“Desde pequeño pensé que los mendigos y los vagabundos , la gente que vivía al raso, sabían algo más o algo distinto. Estaba convencido de que los que no tienen nada lo tienen todo…”
Tom Waits
Para entrar musicalmente en temas de vagabundos, os recomiendo: “Saving us” de Serj Tankian
Los encontré en la calle Fuencarral en Madrid. Era la primera vez que me tropezaba con los “vagos vagabundos” aunque ya me habían hablado de ellos: van de un lado para otro haciendo honor a su nombre y se han hecho conocer. Uno de ellos tenía puestos unos auriculares mientras se fumaba un porro y el otro metía la cuchara en un plato con evidente fruición. Como me quedé mirando quizás demasiado fijamente -algo que me pasa con frecuencia- el del porro se quitó los auriculares y me dijo que si quería tomar una foto. Se ve que están acostumbrados al espectáculo, que se saben bien su papel.
Hice la foto pero no es la que aparece aquí. Se nota. La he tomado de su web. Sí, ellos, tienen su web propia; no quieren quedarse atrás en la era de internet. Son también un buen ejemplo de marketing: su nombre lo escriben en castellano. En inglés y en alemán. Es por lo de los turistas me dice ahora el de la cuchara mientras se limpia con mucha urbanidad. Se lo saben todo.
Ellos dicen que son sinceros y probablemente sea verdad: se burlan de nosotros, nos venden una sonrisa y a cambio nos piden unas monedas para sus vicios y necesidades. Es posible, muy posible, que nos estén tomando el pelo, pero lo cierto es que la cosa tiene su aquel, su gracia. Es la broma de unos listos que saben lo que se hacen: utilizan la máscara de la sinceridad para hacer que nos engañan pero sin tratar realmente de engañarnos. Aquí creo yo está el quid de la cuestión: ni nos engañan ni pretenden hacerlo.
Lo mismo, pienso yo puesto ya a filosofar, lo que están haciendo estos caraduras bondadosos e inofensivos, es poner ante nosotros un espejo para que contemplemos nuestras propias contradicciones. Nos piden unas perras pero también nos hacen pensar. Practican su particular “fund raising” con la correspondiente segmentación de públicos como mandan los cánones y se toman la molestia de explicarnos en que se van a gastar las monedas o los billetes que tengamos a bien dejar en el kiosco que se han montado: “esto para vino…esto para porros…esto para cerveza …” Claro que no es verdad, se lo gastarán en lo que les de la gana, pero lo sabemos. Sabemos que no es verdad y no dudamos de ellos porque ni nos roban ni nos mienten. Les damos voluntariamente lo que queremos y nos reímos. No dudamos de que nos están tomando el pelo en unos tiempos en los que dudamos ya de todo. Las noticias de cada día nos producen inseguridad, nos indignan, nos cabrean. Está de moda la transparencia; hasta tenemos una ley.. Pero en realidad lo que nos preocupa o así debería ser, es la honestidad, la falta de honestidad. Por ejemplo, los que manejan la pasta tienen que explicar lo que hacen con ella. Parece lógico que así sea. Ya no estamos muy seguros de que el dinero de nuestros impuestos vaya todo destinado a los fines realmente públicos. Cuando damos a fundaciones o a ONGS o a la gente que nos pide en las calles nos entran dudas. ¿nos estarán engañando?, ¿lo utilizarán para lo que dicen?
No es ese el caso de mis “lazy beggers” y por eso he decidido traerlos a este blog. Quizás como un ejemplo, no de vida ¿qué diría Chéjov ese enérgico enemigo de la ociosidad? pero sí de sinceridad. A lo mejor, como nos dice Tom Waits –no dejéis de oír su “Hold On “ es fantástico- “saben algo más o algo distinto” de lo que nosotros sabemos. La verdad no es siempre amarga dramática o trágica. No siempre es engañosa. A veces no tiene tantas dobleces y se muestra tal cual. En cualquier caso hay que digerirla siempre que podamos con buenas dosis de comprensión y sentido del humor. La vida tiene mucho de representación, pero creo que la mejor manera de decirnos las cosas importantes es hacerlo con un cierto humor, con una cierta ironía. Y creo que hay “más mejor que peor” en la vida, que en el fondo somos mejores que peores, aunque ahora nos fijemos tanto en las zonas oscuras y negativas de lo que nos pasa. y que una sonrisa a tiempo, puede vencer tanto nivel de exigencia y de duda.
por Antonio Sáenz de Miera | 13-10-2015 | General

“La anarquía es la más alta expresión del orden”
Eliseo Reclus
Sigo con mis entrevistas para el programa “Relectores” de la Fundación Sánchez Ruperez. Estoy disfrutando mucho con esta experiencia de “entrevistador” tan novedosa para mi. Me encuentro con gente amiga, interesante y culta, para hablar de libros -que es lo mismo que hablar de todo lo divino y de lo humano-. Además, como ya van comprobando mis lectores, me gusta contarlo, compartirlo. Hoy voy a escribir sobre mi conversación con Luis M. Linde gobernador actualmente del Banco de España. Aquí está el resultado de la entrevista y os recomiendo vivamente que la dediquéis unos minutos. Me lo agradeceréis: os ayudará a descubrir facetas poco conocidas de este gobernador prudente que suele hablar poco de él, pero que sabe de libros. Sus lecturas, le retratan y sale, creo yo, bien parado.
Linde formó parte del colectivo que bajo el nombre de “Juan Ruiz” publicaba artículos en el diario Madrid en defensa de las libertades y la democracia en los comienzos del post franquismo. Es hombre sencillo, inspira confianza, pero no sé si me pasé al preguntarle, nada más comenzar la entrevista, si entre los libros que había sobre su mesa estaban algunas obras de Balzac: “Eugenia Grandet”, por ejemplo, la gran novela sobre la avaricia; o “Papá Goriot”, sobre la codicia y la ambición. Me puse un poco estupendo, lo sé, pero era lógico: íbamos a hablar de libros y él era el responsable del gran Banco del país.
¿Y por qué no “El banquero anarquista, de Pessoa”? me replicó Linde. Y entonces me doy cuenta de que me lleva dos cuerpos de ventaja. Me recomendó su lectura y me dijo también que el tenía publicada una reflexión sobre esa obra en “La Revista de Libros” en la que él colaboraba habitualmente. Leí el artículo de Linde. Me hice con el libro de Pessoa. Me enteré de que lo escribió en 1922. Dicen que es un cuento de raciocinio, al estilo de los de Chesterton y Poe. Algunos llegan a decir, cuenta Linde, que se trata de una broma. Desde luego, suena a una especie de sofisma financiero, un oxímoron. ¿Un banquero anarquista? Lo cierto es que me ha fascinado su lectura. Tanto como para escribir esta entrada y recomendar a mis amigos que no dejen de leer el cuento de Pessoa. O sea, dos deberes para hoy, la entrevista el cuento.
Parece que el poeta portugués anticipó lo que sería la tiranía y el fracaso de la revolución rusa y del colectivismo comunista. El protagonista dice que él, un banquero, es un auténtico anarquista en la teoría y en la práctica. Lo dice y lo razona, lo argumenta, y cuenta como llegó a esta sorprendente conclusión. Él no es un anarquista de los que ponen bombas, es un anarquista de verdad. Ya que no es posible conseguir la libertad de todos, de toda la humanidad, acabando con todas la “ficciones sociales”, dinero incluido, el personaje opta finalmente por alcanzar la libertad él mismo, como individuo, y se pone a trabajar esforzadamente para acaparar dinero y riquezas. Se hace banquero, especula, se hace con una fortuna. El dinero le da la libertad, le libera todo poder, de todo gobierno. Le libera del propio dinero, esa ficción social, esa tiranía. Hace lo que quiere, es libre, no tiraniza a nadie, es un anarquista perfecto.
Es una broma, creo yo, o no, no estoy seguro. En cualquier caso es una broma muy seria, que te lleva al absurdo de los razonamientos más exigentes, esos que te acaban colocando en el extremo de lo posible. Incluso después de varias lecturas, comenta Linde en su artículo, no te abandona una cierta perplejidad. Llegas a preguntarte, si tu mismo no eres también un poco o un mucho anarquista. A mí, por no irme ahora más lejos, no me gusta el poder, ni me entusiasman los gobiernos y me producen rechazo muchas convenciones sociales, ficciones las llama Pessoa, pero ¿a quien no le ocurre los mismo? No me gusta que nadie me diga lo que he de hacer o decir, pero, en el fondo, soy una persona razonable y disciplinada. Como lo era sin duda ese banquero pessoiano pero yo con menos dinero. Tenemos que convivir, tenemos que ponernos de acuerdo, tenemos que aceptar las “ficciones sociales”–sin pasarnos, diría yo- para que las cosas funcionen…
Decía Sartre que el “infierno son los otros”. Pero el infierno está también, y sobre todo, dentro de cada uno de nosotros. No me imagino a un banquero anarquista, tanto como a un Papa que no crea en Dios. O quizás sí, quizás sí pueda hacerlo. La vida no para de darte sorpresas. Para empezar, Linde, el gobernador del Banco de España, me recomienda “El banquero anarquista” para que yo siga leyendo y escribiendo. El cuento de nunca acabar. Los extremos se tocan.