Por tus barrancos hondos
y por tus cumbres agrias,
mil Guadarramas y mil sones vienen
cabalgando conmigo, a tus entrañas.
Antonio Machado
Las campas de Urbía son para mí uno de los parajes más bellos de Guipúzcoa. Todos los veranos solemos hacer esa excursión estelar que nos lleva desde Deba al Santuario de Aranzazu, prodigio de modernidad y vanguardia, y de allí al Pico del Aizkorri, el más alto del macizo.
Desde hace unos años yo me quedo en las campas. El tiempo no pasa en balde: me lo dicen mis rodillas y también esos hermosos fresnos que bordean el camino que lleva a la Fonda de las campas y que eran tan solo unos palitos cuando empecé a venir por aquí.
No, ya no estoy para esos trotes. Mis hijos se suben a la cumbre mientras yo recorro a mis anchas las sendas de los pastores y me adentro en los bosquetes de hayas para gozar del paisaje y meditar en mis cosas. Es en esos momentos cuando con frecuencia recuerdo y revivo los “mil guadarramas” que se me aparecen por el horizonte que traspasado San Adrián llega hasta Castilla .
Pocas veces he hablado en este blog de la Sierra de Guadarrama. Conscientemente esa es la verdad. Ya en la primera entrada (“Me queda la palabra” ) anticipaba que eso iba a ocurrir. Me apetecía cambiar de aires, alejarme de esa pasión personal guadarramista compartida por muchos de mis amigos, pero que podría parecer excesivamente local. No quería ponerme pesado con “mi Sierra”, y mira por donde, aquí, en los montes de Guipuzcoa, vuelvo a recordar ese Guadarrama al que pertenezco, que nunca me abandona. He mantenido mis colaboraciones periódicas en ABC (Amistades Peligrosas y Un Parque en marcha) y he seguido disfrutando de sus maravillas. Pero tengo que reconocer que lo que está sucediendo con el desarrollo del Parque Nacional me ha llegado a aburrir. Lo cuento en la última de mis colaboraciones en ABC que ahora reproduzco. No me gusta nada la deriva que está siguiendo: desidia y pequeña política. Aunque no quiero que se note demasiado, al final aflora casi inevitablemente la decepción y al cansancio. Con todo, digo que hay que moverse, que no hay que desesperar… Y al primero que me lo digo, en realidad, es a mí mismo. Y hoy también me lo digo paseando por las campas de Urbía en una mañana de sol y niebla cuando, una vez más, sueño mil guadarramas ideales. No puedo dejar de hacerlo. Va conmigo.
¿Cómo va eso del Parque?
Artículo publicado en ABC el 1 de agosto de 2014
A los que nos hemos manifestado públicamente a favor de la declaración de Parque Nacional del Guadarrama nos preguntan ahora con frecuencia que cómo va eso del Parque. Suelo contestar que no va mal para no hacer de aguafiestas, pero creo que se me nota que no estoy tan ilusionado como cuando estábamos “en campaña” para conseguirlo.
Esperábamos mucho más de lo que hoy tenemos delante y eso nos desazona. Por momentos, llegamos a pensar que, a pesar de las trabas legales, la creación del Parque Nacional podría contribuir a superar las absurdas fronteras administrativas que tradicionalmente han mantenido dividida la Sierra entre Segovia (léase Valladolid) y Madrid, y dar paso de una vez a una visión única y global del Guadarrama. No ha podido ser todavía, pues los políticos, de uno y otro lado de la Sierra, se han aferrado a sus competencias y más que un Parque seguimos teniendo dos, cada uno con su director y su modo de gestión. No es eso lo que queríamos y seguiremos pidiendo altura de miras para llegar al Parque único e integrador.
En cualquier caso, ya tenemos la denominación de Parque Nacional de nuestro lado. Eso es mucho aunque hoy nos parezca poco. En el último Aurrulaque, decíamos, con nuestros mejores propósitos, que el Parque “ya está en marcha” y así es, aun cuando somos muchos los que pensamos que es una marcha perezosa y algo desganada.
Me dice el maestro Martínez de Pisón que el Parque tiene que despertarse. ¡Vamos, seamos de nuevo valientes y ambiciosos y ayudemos a que se despierte! Somos nosotros, los que siempre hemos estado ahí, los que tenemos que movernos y reclamar iniciativas y proyectos imaginativos e ilusionantes que demuestren que el Parque Nacional es algo más que un tramite administrativo, un lucimiento político o un cartel de carretera. Hay que moverse para que las cosas cambien.
Mil Guadarramas, mil paisajes y mil maneras de pensar…Confiemos que, poco a poco el Guadarrama, a pesar de su diversidad sea tan sólo UNO. Gracias Antonio!!!
SIempre estás ahí Javier; da lo mismo el mes o la estación del año. Siempre estás ahi, ojo avizor, generoso ydispuesto a ver lo mejor de cada .uno. G racias
GAIA SE ESCRIBE CON G DE GUADARRAMA, O VICEVERSA
El túnel de San Adrián puede ser un buen comienzo a este comentario. Túnel implica Rito de Paso, y en algún lugar de ese paso, el rito se abraza con el mito. Según la leyenda, fue aquí, en San Adrián, donde el emperador Carlos V inclinó su cabeza por primera y única vez en este mundo, forzado por la angostura de su boca. El Imperio se rinde ante Natura. El mito prevalece. La montaña vasca alimenta todo un semillero, a cada cual más sugerente. A mí me gusta mucho el de las montañas hermanas, Aizkorri y Anboto, moradas de dos versiones de la diosa madre ancestral, Mari, la que galopa las tormentas a lomos de su caballo de fuego y duerme, según la estación, bien en Anboto, bien en la escarpa de Aketegi, bajo el Aizkorri. También el monte Fuji, en Japón, es femenino, y encuentra su pareja en el Haku. Hablemos pues de montañas análogas –( léase René Daumal)-, también de montañas sagradas.
El Machu Pichu y su hermano el Huayna Pichu, ambos en Perú, eran venerados por los incas como Apus ( dioses de la montaña). Al igual que ellos, los aztecas nacieron de una montaña sagrada, el Cerro Culiacán, cerca de Guanajuato. Moisés refundó a su pueblo desde lo alto del monte Horeb, el Arca de Noé encalló en la cumbre del Ararat para dar a luz a una nueva humanidad, pero solo sobre el Kailas, en el Tibet nepalí, recae el honor de ser considerado el monte más sagrado de nuestro planeta.
La versión contemporánea de la naturaleza entendida como fuente de sacralidad se traduce en las mil y una variantes de la emergencia ecológica. Gea, la diosa madre de los griegos, tenía su santuario en el Olimpo. Hoy, seducidos por la fonética sajona, la llamamos Gaia y ciframos en ella todo un horizonte de sostenibilidad medioambiental y respeto a los ecosistemas. ¿Qué pasa con la sierra de Guadarrama? Desde hace un par de años la recorro periódicamente cómo un bárbaro (del norte) en su versión urbanita. Desconozco sus mitos, si es que los tiene –y no dudo de que es así-. Nada en su entorno invita a un Rito de Paso para quienes la visitan, salvo el que cada cual se invente para sí mismo. Los catalanes tuvieron el acierto de declarar la Sierra de Montserrat Parque Natural en 1987. Ciertamente, tenían un buen caudal de mitos y leyendas a su favor. ¿Por qué, fuera de sus devotos incondicionales, los recién llegados apenas conocemos nada de Guadarrama y su entorno?
Poetizar la Sierra suena incorregiblemente cursi, de acuerdo, pero tal vez sería un buen antídoto para despolitizarla, o, dicho, con propiedad, para hacerla emerger por encima del fárrago administrativo que parece asfixiarla.
Un viejo aforismo oriental dice: “Cuando sales del camino, el camino aparece”. Sabias palabras. ¿Es tarde para intentar otro camino hacia lo que nos importa? Si es así, no conocemos la montaña que pisamos. Poetizar la Sierra también es sinónimo de humanizarla. Y humanizarla pasa por restituirle parte de su condición sagrada. No se trata de espinarla de letreros y marcas para senderistas. No se trata de salpimentarla de paneles preventivos o informativos. No se trata, por supuesto que no, y esto menos que nada, de hacer de ella la escarapela electoralista de éste o aquel gestor público que se hace la foto a la espera de revelarla en votos.
Educar, del latín “educere”, significa sacar, extraer de, también salir de un mal camino y reconducir hacia el recto camino. Las montañas nos educan desde niños. Tal vez haya llegado el momento de comenzar a restituirles parte de lo mucho que les debemos. Ellas nos educaron, eduquemos a los que se acercan a ellas hasta que sientan que están ahí para abrazarnos. Es Gaia quien nos abraza desde las dos vertientes de la Sierra de Guadarrama. Pero, ¿quién abraza realmente la Sierra de Guadarrama?
Si lo esperamos todo de una Administración, estamos perdidos. Si nos limitamos a lamentarnos, estamos perdidos. No encontramos el camino, decimos, y no sabemos lo que decimos. ¿Acaso no es la montaña misma quien nos ha enseñado a encontrarlos? Se hace camino al andar, Antonio, eso fue lo que escribió el poeta que preside su entrada. Es nuestra responsabilidad trabajar para que los de Guadarrama no sean caminos sobre la mar.
comentario de Paco Laporta
Me encanta eso de Martínez de Pisón de que el parque está dormido. Cuando en el derecho hay una norma o una cláusula que está en vigor formalmente pero no actúa en la realidad se le llama (al menos en USA) “dormant clause”, cláusula durmiente o inactiva. Yo, que soy más malo que tú y que Eduardo, pienso que estas administraciones nuestras han adormecido deliberadamente el parque porque no quieren que desarrolle todas las potencialidades que el hecho de ser parque nacional lleva consigo. Ahora lo veo claramente. Todas las cosas inexplicables (la dirección dual, el mega-patronato con todos los ayuntamientos, la idea estúpida de permitir el mountain-bike, etc. son sencillamente decisiones para que en realidad NO sea un parque nacional nada más que formalmente. Un abrazo. Paco