“Con el Renault 5 Maxiturbo se te ponían de corbata, así textualmente”
Carlos Sainz
Durante mucho tiempo, algo más del que hubiera sido prudente, quien entraba en el Casino de Madrid de la calle de Alcalá se daba de bruces con un cartel que rompía lamentablemente la estética de la bella escalera de honor , obra del escultor Ángel García Díaz, que da acceso al edificio. Destacaba en el texto del cartel, bastante farragoso por cierto, el carácter de “Club Privado” de la institución y la etiqueta exigida a los visitantes: “Caballeros con corbata y señoras “en consonancia”.
Me hizo gracia eso de en consonancia y bromeaba con el conserje preguntándole si había llegado alguna señora “en consonancia”. Me dio por fantasear e imaginaba a las “bellas casinistas” llegando por la calle de Alcalá en dirección al Casino en un fiacre como el que transportaba por las calles de Rouen a Madame Bovary en compañía de su amante –séame permitido este pequeño homenaje a Flaubert en el centenario de su muerte-. Pero no, me decía el conserje, las señoras del Casino llegaban todas a pie o en coche, y siempre nos lo pasábamos bien con esta tontería, una manera como otra cualquiera de charlar y de reírnos.
Aquí me paro, no sigo por este registro. Nada de bromas, que esto de las corbatas se lo toman muy en serio en el Casino de Madrid. Es un convencional signo de distinción y elegancia sobre el que no se puede transigir en una institución tan seria: o la llevas puesta o no entras en según qué sitios. Para algo tiene que valer el cartel de reservado el “derecho de admisión”. Ocurre, -incluso a mí me ha pasado más de una vez- que tenga uno que ponerse una corbata usada y maloliente para no ser expulsado por la autoridad competente. Para los caballeros ir “en consonancia” tiene una significación muy precisa: es llevar corbata vayan a donde vayan. Tan ridiculo es eso que prefiero no seguir por ahí.
Así es que dejemos el Casino y sus “costumbres”. Salgamos de este centro un poco anacrónico, y sigamos divagando sobre la corbata y sus derivaciones: así, a lo mejor, logramos no perder los nervios con la campaña electoral que estamos soportando estos días. Quandoque bonus dormitat Homerus como nos avisa Horacio.Ya hablaremos de Europa, tiempo hay. Advirtamos mientras tanto, que ya no se ve, ni de suerte, a un candidato que la lleve en esos tristes mítines a los que no va casi nadie. Ni locos se la ponen los políticos en campaña. Por algo será: saben que la “gente” así en general no lleva ya casi nunca corbata.
Pero no exageremos: eso es en los mítines callejeros, porque en los “debates serios”-que en realidad no lo son tanto- como el que protagonizó Cañete, parece que sí que hay que llevarla. Quienes lo ven son también “gente”, la misma gente, tal vez, pero ubicada en lugar diferente. Estos debates imponen una formalidad excesiva en casi todo. También en la corbata. Importa más su color,el de la corbata, que las palabras que se digan. Dar bien en televisión es poner una buena sonrisa y portar una corbata adecuada. Poco más….
Y es que la corbata nos delata de algún modo. A los políticos y a nosotros, las gentes del común. Si la llevas o no la llevas, dice algo, no mucho, pero algo, de lo que eres o quieres parecer. Porque el que la elige y la lleva, quiere mostrarse de algún modo, o confundirse de algún modo. Quiere ocultarse, pasar desapercibido, o significarse de algún modo. Siempre de algún modo… Y con muchos matices. Marías, Pérez Reverte y Vargas Llosa nos desvelan sus secretos en un conocido periódico y los vemos en la fotografía, con chaqueta sí, eso es otra cosa, pero naturalmente sin corbata. Quizás piensen que no les va mal así. Parece que, hoy por hoy, no hay nada escrito en cuestión de corbatas, eso está claro. Cada casa tienen su cartilla y sus propias convenciones. “En consonancia” con lo que quieren parecer y aparentar. La corbata delata nuestros pareceres y simulaciones. Me seguiré riendo con mi amigo el conserje, que por cierto no puede dejar de llevar corbata…
Remarkable you have a great sense.
…Y sin embargo, José Antonio, la posmodernidad no deja de ser paradójica. Cierto, muy cierto, la corbata está desapareciendo de la vida institucional oficial, pero no así de la oficiosa., Recuerda aquellos tiempos en que los entrenadores de los equipos de fútbol y de baloncesto, saltaban a la cancha o al banquillo con su prescriptivo chándal estilo meyba. Observa ahora al atildado Simeone, no digamos al sofisticado Ancelotti, pasando por mi paisano, Pablo Laso: todos se anudan una corbata a su mejor traje, sin importarles que una y otro se vean salpimentados por la millonaria sudoración de sus pupilos. Otro tanto cabe decir de las megastars de la cinematografía nacional e internacional. Recuerdo un tiempo no muy lejano donde, a cuenta del Festival de Cine de San Sebastián, mis exquisitos concomitantes ponían el ay en el cielo ante tanta estrella desfarrapada como las que subían al escenario del Victora Eugenia para recibir sus conchas, fueran de oro, de plata o de hojalata. Llegó la posmodernidad y se acabó el casual friday: Ahora todos suben a con su corbatilla al hall of fame Ahora bien, puntualización importante: no se trata de una corbata cualquiera. Tanto en el caso de Simeone como en el de Bardem, ha de ser una corbata rigurosamente estrecha, tirando a anoréxica, negra lustral y de nudo corto, según la moda impuesta por ese Beau Brummel de la contemporaneidad como es Pep Guardiola. En suma, detrás de todo esto late un sutil aggiornamento del que, como es natural, nuestros políticos aún no se han enterado: corbatas aburridas frente a corbatas divertidas, tha’s the question. Por cierto, en la última versión de Hamlet a la que asistí el príncipe de Dinamarca, sí, llevaba corbata.
Acabo de terminar una discusión telefónica (amigable por supuesto) con el artífice de este blog. Hemos hablado de arte, familia y flamenco. Cosas que nos unen y que a veces también, cariñosamente, nos enfrenta.
Yo le mostraba mi admiración por una aceptable actuación flamenca de una de sus nietas y él me ha tachado de hipócrita. Apenas me ha dado tiempo a responderle que es un cortatalentos, un aguafiestas, vamos un malaje.
En la segunda llamada hemos hablado de cine, me ha recomendado una película rodada en la ciudad donde yo vivo. He visitado este blog y devorado con entusiasmo su artículo. Los ríos revueltos han vuelto a sus cauces.
Gracias amigo Antonio, me han alegrado mucho tus palabras sobre corbatas de poliéster o de seda. En este domingo frío con sentimientos de otoño no hubiese aguantado comentarios manidos sobre una aburrida campaña europea. Los políticos y sus discursos. ¡Pobre vieja Europa!
Totalmente de acuerdo con tu reflexión.
En Sevilla, las mujeres visten de mantilla y riguroso negro durante el Jueves Santo. La alegría, los colores, los lunares se lucen en los días de feria. Los hombres se limitan a llevar un traje y elegir una elegante corbata entre las guardadas en el armario, tienen que ir siempre en consonancia.
Hace años, una semana santa repleta de olores, presencié un tremendo enfado entre una joven morena, guapa, poderosa y su imberbe novio. Tras la bronca el muchacho tuvo que volver a su casa, cambiarse la camisa de cuadros por una lisa y ponerse otra corbata.
“Una mantilla como yo no puede ir del brazo por Sevilla con un mantillo tan desaliñado” le recriminaba ella. “Es que no te entiendo” replicaba él.
Yo tenía la edad en la que era obligatorio ser de izquierdas y en la distancia, mostré todo mi apoyo a ese despistado amante, aunque confieso que deseé con ganas encontrarme de nuevo a la pareja, en otro escenario, una feria de abril cualquiera. Volverlos a observar de incógnito. A ella de flamenca, exuberante con un atrevido vestido de lunares. Él a su lado, acompañándola con su impecable corbata.
La vida, sin avisos ni carteles, debería ser una sucesión de hechos en consonancia. Un dulce despertar tiene que venir acompañado de galletas y café. Una sonrisa es la respuesta a un agradable saludo cotidiano. Permanecer en casa es que haya libros, música, un sofá, quizás abrazos. Los amigos siempre llevan la vestimenta adecuada y tienes que ser muy cafre para no responderles en consonancia.
Pero volvamos al flamenco:
“El sol joven y fuerte ha vencido a la luna que se aleja impotente del campo de batalla. La luz vence tinieblas por campiñas lejanas, el aire huele a pan nuevo, el pueblo se despereza ha llegado la mañana”
Qué arte, Qué duende, Qué pellizco y Qué consonancia.
Comentario de Paco González:
El “sincorbatismo” le quiso poner de moda el señor Armani, que de señoras, quiero decir de vestir bien a señoras, sabe un rato. A mi personalmente algunas de sus creaciones me han impactado. Sin embargo en el campo masculino no le ha ido tan bien. Hay que ver esas camisetas a pico que combinaba con trajes lo mal que quedaban. Eran un auténtico horror. Yo creo que se ha pasado de moda la moda de no ponerse corbata en las ocasiones que sí se debe llevar. Paso a defenderla:
En la actualidad es más estrecha, luminosa, coloreada, flexible, dúctil y sobre todo muy grata de llevar. Contempla todo tipo de colores y dibujos. Las hay discretas, valientes y muy osadas. Cada uno debe llevar aquella que se ajuste a su personalidad, gusto y estilo. Hay dibujos de animales, flores, formas geométricas, etc. Por otra parte qué socorrido, social y bonito es el detalle de regalar una corbata. Además es tan favorecedora y estética que cubre aquellas arrugas e imperfecciones que con los años aparecen en el cuello y que algunos presumidos no queremos mostrar.
Desde el punto de vista comercial es el artículo más fácil de vender en las tiendas, ya que al no tener talla le está bien a todo el mundo. Su precio es relativamente económico y a nosotros “los tenderos” nos viene muy bien el dinamismo de su venta.
Aprovechando la isidrada, ¿usted se imagina a un torero haciendo el paseíllo en las Ventas sin corbatín?…
Y por encima de todo lo expuesto es fetiche. Porque si no explíqueme usted cómo es posible que haya ganado la liga el Atlético de Madrid. Sencillamente porque la lleva el Cholo Simeone, además negra y muy estrecha, y hay que ver lo sufrida y buena que es la pobre corbata, cómo aguanta impertérrita los meneos que recibe en la banda del campo durante los noventa minutos del partido. Simeone está en la cresta de la ola y el pobre Tata Martino defenestrado y despedido del Barcelona sólo por no llevar corbata. Moraleja: Utilice la corbata cuando lo crea oportuno, y cantará el alirón en la fuente de Neptuno.
Defendamos todos la corbata como si fuera la Sierra de Guadarrama!!
Intervengo ahora, después de algún tiempo de su publicación en esta entrada en la que ls corbatas tienen un cierto protagonismo. Y lo hago porque estoy leyendo ” Oh, justo, sutil y poderosos veneno! ” un libro de la Editorial Pepitas de Calabaza que recoge escritos de Julio Camba y me encuentro en la página 62 con unos comentarios que merecen a mi juicio figurar en este debate corbatil.
Dice así Julio Camba:
“Una corbata, en efecto, puede servir para indicarnos las ideas de un hombre. Aparte la calidad, que es cuestión de dinero, la forma, el color y el modo de estar colocada una corbata, pueden servir como origen para abrir una investigación sobre las opiniones esteticas y politicas del ciudadano que la posee.Un espiritu de orden no comprará jamás una corbata muy roja; elegirá un color discreto, una forma de moda y cuidará después de que el lazo no esté muy a la dderecha ni muy a la izquierda, mientras que un espiritu revolucionario hará de modo que su corbatsa sea perfectamente contraria a todas las demás”.