“Los emprendedores sociales no se contentan con dar un pez, o enseñar a pescar. No descansarán hasta que hayan revolucionado la industria pesquera”
Bill Drayton
La semana pasada hemos tenido en casa a Pranjal Baruah, un joven emprendedor indio que nos ha llegado de la mano de Ashoka. Seguro que a muchos les sonará el nombre de esta organización internacional -su fundador Bill Drayton recibió en 2011 el Premio Príncipe de Asturias- que lleva años promoviendo la responsabilidad ciudadana en el ámbito empresarial y que, además de predicar, da trigo, al apoyar económicamente el trabajo y los proyectos de 3.000 emprendedores sociales en 84 países del mundo. Pranjal, mi invitado de estos días en Madrid, fue beneficiario de una de esas ayudas. Ha venido a España para dar a conocer su proyecto, pero, sobre todo, para “vender” sus resultados.
De Ashoka y de emprendedores sociales oigo hablar con frecuencia en mi familia en los últimos tiempos. Tener uno de esos emprendedores tan al alcance de la mano era una oportunidad que no podía desaprovechar. He hablado mucho con Pranjal y creo que, a pesar de que mi inglés anda ya algo oxidado –el suyo es perfecto, lo habla mejor, me dijo, que el hindí, que es otro de los dos idiomas oficiales del país- nos hemos entendido bastante bien, hasta tal punto que por primera vez creo que me he enterado de este asunto del emprendimiento social, no tan fácil de entender para la gente de mi generación.
En los tiempos en los que yo andaba metido en los asuntos del trabajo lo teníamos, o creíamos tenerlo, muy claro: “o emprendedores o sociales”. Ahora ya no es así, ahora se está abriendo paso una nueva figura de empresario, emprendedor hay que decir y no sé bien la razón, qué siendo tan dinámico, tan creativo y tan innovador como el que más, no busca fundamentalmente el beneficio económico sino, digámoslo así, el beneficio social. Hay que reconocer la valentía y probablemente la visión de futuro de estas ideas que ponen en cuestión conceptos y esquemas muy enraizados en nuestra mentalidad (la mía, la de las gentes de mi quinta). Pero el mundo cambia y nosotros con él. Hay que mantener los ojos bien abiertos para reconocer otras realidades, otras posibilidades.
En esta ocasión, no tenía que salir de casa para hacerlo. A mi lado tenía a Pranjal dispuesto a soportar el cariñoso tercer grado al que le sometí. Vive y trabaja en el estado de Assam, situado no muy lejos del Himalaya, en el nordeste de la India. Me habla con entusiasmo de la rica biodiversidad de su región: especies en extinción como el rinoceronte indio o el elefante asiático, grandes bosques tropicales de importancia capital para el equilibrio ecológico del mundo. En este escenario de gran belleza, pero también de gran fragilidad, desarrollan su actividad en condiciones cada vez más precarias 120 millones de campesinos impelidos a dejar sus formas de cultivo tradicionales y a abandonar sus hogares. Pensé que esa cifra era un error; pero no, no lo era. Las cifras en la India siempre nos descolocan: mil doscientos cuarenta millones de habitantes, 30 idiomas, 2000 dialectos, 4 religiones importantes. Me dio un dato aún más alarmante: en 2012, cerca de 9 millones de campesinos habían abandonado la agricultura en su país al quedar fuera de la dinámica del mercado.
El trabajo de Pranjal se centra en su región. Comenzó muy joven en la industria de la madera y al oír caer los arboles uno a uno pensó que las cosas no podían seguir así. El problema era al mismo tiempo medioambiental y de supervivencia. La idea del cultivo de las setas como una fuente adicional de nutrición y de renta le vino al comienzo de los ochenta y se puso inmediatamnete en marcha. Organiza a los granjeros en el nuevo cultivo y les orienta para “colarse” en el mercado. Hay que producir y vender como lo haría cualquier empresa. Cada mañana comienza todo hasta que los cimientos del edificio se van consolidando.Trabajan en una situación precaria y complicada, con pequeños productores en un terreno hostil, a menudo controlado por mercenarios y contrabandistas. Consigue crear su propia marca de champiñones y la empresa Protein Food. Ha venido a Alimentaria en Barcelona y luego ha estado en Madrid en busca de mercados para sus setas. “Soy yo y mis cinco mil granjeros”, me dice. Tengo la impresión de que he conocido a un auténtico empresario social. Pranjal no ha creado un negocio, ha creado una comunidad de vida, una empresa social.
Haciendo mío tu blasón -El oficio de Unir-, tras la lectura de tu excelente entrada, Antonio, te paso la entrevista que le efectué a una buena amiga de tu Pranjal. Puede que algunos de nuestros amigos la encuentren excesiva por su extensión, pero seguro que a los pranjales les va a resultar suculenta.
Vandana Shiva
Directora de la Research Foundation for Science,
Technology and Ecology
Su padre velaba las montañas del Valle de Dehradun, su madre le enseñó a ver toda la India contenida dentro de un grano de arroz Basmati. Sin embargo, ella se fue hasta Ontario para doctorarse en Física Cuántica. Todo cambió después de Bophal. Vandana regresó a la India para defender su tierra y sus semillas frente a los grandes gigantes corporativos. En 1992 fundó el movimiento Navdanya, y fue como si Mahatma Ghandi ser hiciera raíz entre los arrozales. Dos años después, recibía el Right Livelihood Award, el Nobel de la Paz alternatrivo. Hoy se la considera uno de los líderes del International Forum on Globalization, y libros suyos como Staying Alive o ¿Proteger o expoliar?, se difunden por todo el mundo como declaraciones de principios de una futura Democracia Planetaria.
Titular:
“Las patentes son el objetivo,
la ingeniería genética es la excusa”
Sumarios:
• “La ingeniería genética no era necesaria en la agricultura. No nos ha proporcionado ni una sola variedad mejorada que rindiera mejor.”
•
• “Los científicos son responsables de cada ecuación que escriben, de cada consecuencia dentro de un sistema”
• “Hoy en día, lo que tenemos es una ciencia de Wall Street”
• “Los productos transgénicos han supuesto un trauma tal en la India, que ha habido más de 25 000 granjeros que se han suicidado, porque no podían pagar el precio de las semillas”
MediaLabMadrid: A finales de los 70, Vandana Shiva era una joven mujer hindú de la élite que acababa de licenciarse en Física Cuántica por la Universidad de Ontario, en Canadá. ¿ Qué hecho decisivo marcó su vida y le llevó a hundir sus manos en los arrozales de Bihar ?
Vandana Shiva: En 1984, tuvieron lugar una serie de hechos que me hicieron cuestionar el paradigma dominante de la agricultura. El primero fue el terrorismo en Punjab, que segó 30 000 vidas, algo así como seis veces las Torres Gemelas. Esto estaba ocurriendo en el país de la Revolución Verde, de la agricultura química, cuyo argumento había sido “Los productos químicos crearán prosperidad, que a su vez creará paz.” Poco después, sobrevino el desastre de Bhopal, en el que una fábrica de pesticidas tuvo un escape de gas y mató 8 000 personas en una noche, y otras 32 000 desde entonces. Estos dos hechos me estremecieron, porque eran como una guerra, se trataba de la agricultura como una guerra. Así que empecé a promover la agricultura sostenible, y en el proceso, me topé con la biotecnología. Me di cuenta de que las mismas empresas que nos dieron la ingeniería genética ahora querían patentar la vida sobre la Tierra. En 1987, cuando se impuso el CCM, el GATT, y toda esa retórica de la conquista del mundo, decidí que salvar a mi país era defender sus semillas, y… bueno, volví a los “campos fangosos”.
MM: En esta era de libertad de información y del mercado libre, ¿cómo interpreta el hecho de que los “derechos de propiedad” se puedan establecer sobre bienes tan universales como las semillas?
VS: Hay una gran contradicción en el hecho de que en un período de comercio libre existan restricciones creadas a través de los monopolios sobre el conocimiento, sobre la propiedad de las semillas, sobre la información, sobre el software, sobre el copyright, etc. Pero, en realidad, eso que llamamos “comercio libre” significa libertad sólo para los intereses comerciales y para las corporaciones, y se basa en quitarle la libertad a la gente normal. Los derechos de monopolio sobre las semillas y la ganadería sólo son necesarios para que los Monsantos y Geygis puedan establecer sus monopolios sobre la producción y el comercio agrícola.
MM: Los temas fundamentales de la biodiversidad tienen su lado oscuro. ¿A qué se refiere Ud. cuando habla de la biopiratería?
VS: Me refiero al robo relativo a la biodiversidad, los recursos genéticos, las culturas vivas y sus sistemas de conocimiento. El mundo de la biodiversidad era una alternativa al mundo de los productos petroquímicos y de los combustibles fósiles, y, hoy en día, con estos derechos de monopolio y patentes en la mano, las grandes corporaciones están intentando hacerse con derechos exclusivos robando los conocimientos y los recursos genéticos de nuestra parte del mundo. Mi valle es famoso por su arroz Basmati. Una compañía en Texas, llamada RiceTec, pretendió haberlo “inventado”, cuando todo lo que habían hecho era robarlo de un banco genético. Más recientemente, Monsanto, la mayor empresa de ingeniería genética en el mundo, patentó una antigua variedad de hierba india, otro caso de biopiratería al que nos opusimos y al que vencimos.
MM: Recientemente, Gordon Conway, Presidente de la Fundación Rockefeller, Norman Borlaug y otros conocidos científicos celebraron la llamada “Nueva Revolución Verde Biotecnológica”, en base a la idea de que “las carreteras, los fertilizantes y la ciencia pueden revivir un continente.” Desde el punto de vista de India, ¿cómo se ve la promesa de los cultivos transgénicos?
VS: La ingeniería genética, los organismos transgénicos y los productos químicos malgastan recursos. Emplean diez veces más agua que la que nuestra agricultura ecológica necesita para producir la misma cantidad de alimento. Los organismos transgénicos significan el hambre para nuestro país. Los organismos transgénicos han supuesto un trauma tal –sobre todo en las áreas donde se cultiva el algodón transgénico Monsanto-, que ha habido más de 25 000 granjeros que se han suicidado, porque no podían pagar el precio de las semillas.
MM: Muchos científicos creen que hay una separación entre el conocimiento y su aplicación comercial, entre la ciencia y la tecnología, entre la investigación científica y las cuestiones políticas, sociales y económicas actuales. ¿Hasta dónde cree Ud. que llega la responsabilidad del científico y de la ciencia?
VS: Los científicos son responsables de cada pensamiento que tienen, de cada ecuación que escriben, de cada consecuencia dentro de un sistema. No creo que podamos seguir separando las cosas, “esto fue la ciencia”, y “la aplicación fue distinta”. Ya no hay una división, porque hay una completa integración de nuestros sistemas de conocimientos en el mundo comercial. Hoy en día, lo que tenemos es una ciencia de Wall Street, ya no tenemos una ciencia pública.
MM: ¿Qué papel desempeñan las patentes en todo el proceso de desarrollo y marketing de los nuevos productos de la ingeniería genética?
VS: Creo que las patentes son el objetivo. La ingeniería genética es la excusa. La ingeniería genética no era necesaria en la agricultura. Hasta la fecha, no nos ha proporcionado ni una sola variedad mejorada. Sus únicas dos aplicaciones han sido más tóxicas todavía, con más herbicidas que rociar sobre cultivos resistentes a los herbicidas. De aquí a diez años, si los consumidores siguen rechazando la ingeniería genética, las empresas bien podrían darse la vuelta. Pero, a esas alturas, ya habrán logrado sus objetivos: conseguido controlar y monopolizar todas las semillas. Y las empresas no están interesadas en la tecnología, están interesadas en el monopolio.
MM: La respuesta de la sociedad a la introducción de los OGM (Organismos Genéticamente Modificados) y la aprobación de las patentes sobre formas de vida ha sido sorprendente. Estas nuevas redes: ¿son un obstáculo real a la expansión de las grandes corporaciones dentro de la globalización neo-liberal?
VS: Cuando inicié Navdanya, el movimiento por la preservación de la bio-diversidad y la protección del conocimiento indígena, lo hice porque las empresas habían dicho que para el fin de siglo cinco grandes empresas controlarían la salud y la alimentación de todo el mundo a través de patentes, ingeniería genética, y tratados de libre comercio. Esto es exactamente lo que vemos en el año 2004. Cuatro gigantes genéticos, que son también gigantes farmacéuticos, que también han monopolizado las semillas, están dirigiendo todo el nuevo orden neoliberal.
MM: De entre sus numerosas actividades, destaca la de editora de The Ecologist, así como su compromiso con el movimiento Earth Democracy.¿Cuál es su prioridad en estos momentos?
VS: Mi prioridad es seguir esforzándome en la intensa labor local de crear alternativas. Estar con mi gente, ser una ciudadana de la Tierra, trabajar con culturas y ciudadanos de todo el mundo, como miembros de una democracia común, la Democracia de la Tierra, la única democracia verdadera que tenemos. Sólo la combinación de lo local, la solidaridad global y la consciencia planetaria puede crear una nueva energía, y ésa es mi prioridad.
MM: En la mitología hindú, el dios Shiva tiene distintos nombres: el Vengador-Protector, El de los tres ojos y las cuatro manos, el Señor de la Danza. ¿Con cuál de ellos se identifica más Vandana Shiva?
VS: Lo maravilloso de tener un nombre como Shiva es que te permite tener múltiples identidades. Me veo mucho en términos de la fuerza creativa que permite crear alternativas, crear esperanza. Pero también me veo como el Bailarín del Trueno frente a los Monsantos y los Geigys que quieren privatizar la vida, privatizar el mundo y privatizar nuestro planeta. Quiero seguir con esta danza mientras me quede energía.
Buenas Tardes Antonio:
Qué privilegio contar con un empresario social de la talla (moral, humana , económica, etc.) como Pranjal en tu propia casa; conocer de primera mano ese tipo de experiencias y además, en un País como Inda, es como “obtener un Doctorado a domicilio” y de una vivencia personal inolvidable.-
Esa Fundación (Ashoka), busca nuevas formas de hacer las cosas y ayudar a quienes son capaces de ponerlas en práctica; como seguramente sabrás, tenemos un asturiano que ha sido seleccionado también por esa organización: Miguel Luengo (especialista en inteligencia artificial) creo, Malaria Spot para diagnosticar la malaria mediante un videojuego el que se disparan parásitos de malaria en muestras digitalizadas de sangre.-
También hay otro español seleccionado, Pedro Medrano, fundador de la empresa: Montes de Socios, con una brillante idea para el aprovechamiento racional de nuestros montes, etc. etc.
Como tú bien dices Antonio, estos Empresarios Americanos (así con mayúsculas) como Bill Drayton, han tenido la valentía de concebir “otro estilo de hacer negocios” y por si fuera poco, de apoyarlos económicamente también.-
Un fuerte abrazo y felicitarte, una vez más, por tus excelentes artículos que te mantienen en perfecto estado mental , pero sin desligarte de nuestra querida Asturias para fortalecer también tus musculos con nuestras inolvidables excursiones.-
Gracias a vuestra hospitalidad, hemos podido disfrutar también nosotros de este hombre tan especial y apreciar la calidad de los productos de su comunidad.
Pranjal nos transmitió una enriquecedora experiencia, pasión e inagotable constancia durante la charla que compartimos los eco-emprendedores de Incubaeco, facilitada por Ana de Ashoka, en el HUB de Madrid.
Me alegra que esta circunstancia me haya acercado a este blog, con el que no sólo pude aumentar mi comprensión de los testimonios de Pranjal, sino también me permitirá disfrutar, desde ahora, de su visión de lo que ocurre allende el Guadarrama.
Un honor, haber llegado a usted.
Un gran saludo.
Querido Antonio.
Cada vez que oigo hablar de ecología echo mano al cinto dispuesto a sacar la pistola. Y si no lo hago y mato a alguien es porque antes de ir a la cárcel tengo que terminar de pagar mi hipoteca, que si no, ten por seguro que lo haría.
Leo textualmente una frase tuya de esta última entrada de tu blog; “En ese escenario de gran belleza, pero también de gran fragilidad…” Tú frase viene a ratificar mi opinión de que a los que os preocupáis por la naturaleza los árboles no os dejan ver el bosque (está bien traído ¿Eh?)
¿Cómo que algo de la naturaleza es frágil? Nada lo es en la naturaleza.
La fuerza de la naturaleza es simplemente brutal. Si metes bajo tierra un grano de trigo y le das algo tan poco artificial como agua y calor (me basta con 15º C) descubrirás a los 6 meses que han nacido unas 15 espigas cada una de las cuales presenta otros 40 granos. Para que te hagas una idea de lo que hablo, la rentabilidad es de un 120.000 % anual (igualito que lo que da la cartilla de Banesto). Un calamar suelta 300.000 huevos en cada puesta, la rasa mareal (flysch) de Deva lleva ahí 50.000.000 millones de años y tu corazón latirá unos 3.000.000.000 de veces en toda tu vida.
¿Por qué una especie que forma parte de la naturaleza está en peligro de desaparición?: Pues porque otra, que casualmente también forma parte de la naturaleza, es más fuerte y la agrede por la razón que sea. Pero la especie que está en peligro no lo está en función de su debilidad, sino de su debilidad relativa con respecto a otra especie. El hecho de que Cristiano Ronaldo sea menos fuerte que Mohamed Alí (Cassius Clay), no quiere decir que Cristiano Ronaldo sea un ser frágil.
Y ahora viene el hombre (bueno, el hombre que hace bandera de su amor a la naturaleza, como si los demás no la amásemos) y tiene la soberbia de decidir cuál de dos o más especies en conflicto debe prevalecer. Me resulta incomprensible que alguien se tome esas atribuciones.
Y digo lo de la soberbia porque, para tomar su decisión, lo hace desde una premisa tácita que, además, probablemente no reconocerá (a lo mejor ni sabe que usa ese mecanismo). La premisa es así de simple: “Yo puedo decidir qué especie ha de sobrevivir y cuál no porque… yo no formo parte de la naturaleza; yo soy el árbitro y me encuentro au dessus de la mêlèe”.
No me cabe en la cabeza cómo alguien puede creer que, visto desde una distancia de sólo un par de años luz, los pantanos que hace un castor son más respetables que los que hacía Franco. Me sorprendo de que alguien pueda mirar con tan poca perspectiva.
El día en que me enteré que la desaparición del dinosaurio hizo posible la aparición del hombre sobre la tierra, rompí (bueno, reconozco que nunca había sido muy partidario) definitivamente con la ecología. ¡Hombre Antonio! Si la causa de la aparición de Brigitte Bardot o de Elsa Pataki proviene de la desaparición de una especie, te aseguro que rezaré todas las noches para que se muera cuanto antes hasta el último buitre leonado (¿O es Leonardo?) de las sierras españolas.
Quiero decir, para volver al origen, que no te preocupes por la fragilidad de una especie porque no hay tal. Lo peor que le puede ocurrir a una especie es que desaparezca y, como se demuestra con el caso de mi adorada Brigitte, la naturaleza no desaparece (es intrínsecamente imposible, por pura definición, que eso ocurra) sino que sustituye a unas especies por otras, generalmente mejores.
¿O es que no es más bonita una Brigitte Bardot que un brontosaurio?
Un abrazo fuerte.
Canel.
Hola Antonio. El comentario de Canel a tu entrada es bien curioso, pues procede de alguien que reconoce no intervenir en la desaparición de la especie ecologista por verse esclavo de una hipoteca, con la implícita soberbia de tomar decisiones sobre tal especie, actitud que al poco critica de la especie humana toda, y, al margen de que la boutade de entrada sea solo eso, una broma malévola y provocadora, pienso que define todo lo que sigue en su respuesta.
No basta ni aporta nada saber cifras tan ¡importantes! como los 300.000 huevos por puesta del calamar…., lo que le parece realmente prodigioso. Quizás sea preferible aplicar el sensato razonamiento de que el hombre puede y debe actuar sobre el entorno cuando es él, con sus decisiones, inconscientes o no, pero decisiones al fin, el que ha intervenido en un sentido y puede, y debe cuando su conciencia así lo dicte, remediar en la medida de lo posible los efectos que él, con su conocimiento y análisis cabal, piensa que son indeseables. Tan simple como eso. Quizás la naturaleza por sí no sea frágil, podemos estar de acuerdo, y no lo es porque el hombre como propia naturaleza y no arbitro, reacciona, en verdad no siempre a tiempo, deshaciendo los entuertos que mayoritariamente reconocemos como tales. Esa es la discusión. Y en ella afortunadamente participan los ecologistas y las gentes que perciben que el hombre desarticula sistemas naturales y es el propio hombre quien debe actuar corrigiendo esos errores. El término frágil es discutible, sin duda, lo que en mi opinión no lo es , es la inmensa capacidad de intervención del hombre en la naturaleza…, en todo sentido y algunos pensamos que también en el adecuado, frente a otros que ni siquiera se plantean las consecuencias de nuestras acciones.
Ah, y sobre la belleza de la Bardot frente a los brontosaurios; tendríamos que haber preguntado a congéneres de tal especie…, lo raro sería que Canel los prefiriera…, aunque según para qué…
Reflexionando sobre los comentarios de Canel, me parece muy interesante que proponga revivir el debate sobre los ecologistas.
Desde que Hobbes postuló que el egoísmo mueve al mundo y Darwin nos convenció de que la naturaleza es implacable, la civilización ha logrado avances impresionantes impulsados por el libre mercado. Los costes sociales y ambientales han provocado reacciones a favor de mayores regulaciones, con reacciones pendulares de liberalización y proteccionismo. La polarización de esas tendencias ha creado el fallido modelo comunista y el también fallido sálvese quien pueda de la des-regulación y sus burbujas. Ahora estamos sufriendo las consecuencias ambientales y económicas de ambos modelos.
Además de los polarizados hay también proteccionistas y anti-proteccionistas centrados, como intuyo lo es Canel, ambos han aprendido a amar los espacios vírgenes y a los animales, tanto por su valor intrínseco como por la experiencia vital que supone disfrutarlos.
El problema que con razón denuncia Canel es que algunos ecologistas se aprovecharon del debate creando profecías catastrofistas, alimentando de argumentos a los conservadores que, con toda razón, los criticaban. Por su lado los conservadores también han dado voz a algunos anti-ecologistas que han exagerado lo suyo.
Por tanto se trata de un debate en dos niveles, el de los manipuladores de la información en ambos bandos y el de los realmente preocupados por la preservación de la naturaleza y el progreso humano, ya sean proteccionistas o no.
Coincido con Canel en que la naturaleza es implacable y en que hay que tener mucho cuidado al interferir con ella, pero creo que los ecologistas serios también lo entienden, como entienden que la naturaleza no puede cuidarse sola, pues algunas actividades humanas causan daños innecesarios al medio ambiente que deben ser evitados, de forma compatible con el progreso humano.
Querido Antonio.
Tu amigo (y espero que pronto mío) Pedro Nicolás contesta a mi respuesta en tu blog, de una manera que refuerza mi posición inicial.
Para empezar diré que si le ha molestado lo de la soberbia pues lo retiro (retirada tanto más meritoria cuando, como no ignoraban ni mi confesor ni mi difunta mujer, yo no ando escaso del primero de los pecados capitales). Con respecto a lo de la pistola tiene razón Pedro (me permitirás que le llame así); era una boutade. Estaba remedando con exclusivo animus jocandi la frase que se atribuye a Goebbels, aunque yo creo que si el ministro de Propaganda nazi sacaba la pistola al oír la palabra cultura era, no te quepa duda, por si podía robar alguna obra de arte.
En fin, a lo que iba. Dice Pedro, y cito textualmente: “Esa es la discusión. Y en ella afortunadamente participan los ecologistas y las gentes que perciben que el hombre desarticula sistemas naturales y es el propio hombre quien debe actuar corrigiendo esos errores”.
Esto suscita en mí dos ideas. La primera ya la sugerí y ahora me limitaré a enunciarla: en mi opinión, y no creo decir nada descabellado, el hombre también ES NATURALEZA, luego nada desarticula en la naturaleza porque él forma parte del sistema. No está au dessus de la mêlée.
Lo siguiente no es una idea propiamente dicha, sino unas cuantas preguntas, Veamos: ¿Por qué él percibe eso y yo no? ¿Por qué su percepción es más valiosa que la mía? ¿Quién le ha dicho a él que tal o cual acción del hombre (es decir, de un miembro más de la naturaleza) es un error? ¿Los otros miembros de la naturaleza (por ejemplo las jirafas o los meteoritos) cometen errores?
Y más aún. Aceptado (a efectos dialécticos ¿Eh?) que el hombre es el único miembro de la naturaleza que comete errores ¿Dónde pone que “debe” corregirlos? Y, aceptado también que, en efecto, el hombre “debe” corregir los errores que comete ¿Por qué han de corregirse en el sentido que desea Pedro y no en el que deseo yo?
Supongamos que la desaparición del brontosaurio no se produjo por la caída de un meteorito, como dicen los paleontólogos, sino por la acción de un misil lanzado desde otra galaxia. En el puesto de mando de los militares de esa galaxia (también agentes naturales, como ciento cincuenta millones de años después lo será el hombre) se produjo una discusión: el coronel Kanel (que cae en verso) pensaba que había que disparar y que se jorobase el brontosaurio; pero el general Nikolax era de la opinión de que no se debía disparar para no agredir a la naturaleza.
Se disparó… Y un puñado de millones de años después, a causa de la desaparición de los grandes herbívoros, surgió en el universo mundo no diré ya Elsa Pataki, sino el flamante parque nacional de Guadarrama en su configuración actual y, desde luego, inteligencias tan preclaras como la tuya y la de Pedro.
Me pregunto cuál de los dos militares galácticos, caso de que las cosas se hubiesen producido así, hubiese tenido razón.
Pero este juego no está destinado a que se diga que la razón la tenía uno u otro; lo que pretendo es que se diga “¡Hombre! Curioso problema. No es fácil saber quién tenía razón”.
A mí me da igual que se diga que Kanel no tenía razón (63 años oyendo eso casi a diario me han galapaguizado), a mí lo que me joroba es que el ecologista (y sabes bien al tipo de ecologista al que me refiero) que se encuentra confortable en su inconcusa posesión de la verdad, nos lo tira a la cara a los que dudamos; a los que no sabemos. Ni que decir tiene que al final, quienes mantenemos nuestras dudas, terminamos siendo retrógrados, incultos, carcas e, incluso, ¡Cómo no!, fascistas.
Vemos en la tele a imames diciendo que el Islam es la única religión verdadera y que por eso no se admite nada extramuros de él (aunque eso ya lo había dicho hace 14 siglos el califa Omar antes de quemar la Biblioteca de Alejandría) y nos echamos las manos a la cabeza. Los jóvenes se ríen de que el catolicismo, hasta hace unas décadas, no admitÍa la salvación fuera de ella… Pero en la ecología no. Yo veo cómo fuera de la ecología (de la ecología de moda, desde luego) no hay vida social, no hay vida económica, no hay vida política, no hay vida intelectual… no hay salvación.
¿Por qué las actitudes monolíticas se catalogan de integristas menos cuando esas actitudes las adopta la ecología?
Yo, como Cervantes, debajo mi manto al rey mato, así que me encanta que cada uno piense como quiera, pero rogaría al personal que no me presntase sus ideas con impúdica altanería porque eso, y lamento decirlo, a veces produce más violencia moral que sacar la pistola e, incluso, que dispararla.
Yo no sé quién tiene razón. Yo sólo pongo algunos puntos de vista diferentes a la verdad oficial esperando, hasta ahora infructuosamente, respuestas de cierta solvencia intelectual. Al menos alguna respuesta sobre la fuente de la que emana la firme certidumbre que exorna al ecologismo. Admirable (y confieso que envidiable) certidumbre que, para mayor asombro de los que no somos ecologistas, permite a algunas ONG del ramo realizar actos delictivos o contra las normas básicas de convivencia sin el más mínimo problema de conciencia… Y la intelectualidad callada.
¿He estado “pesao”, Antonio? Pues eso.
Una abrazo y envíale otro de mi parte a Pedro Nicolás.
Canel.
Antonio, aunque sabes que no soy aficionado a los bebates, sigo tu sugerencia de comentar con brevedad este que has iniciado, pues en él aparecen términos que no son intrascendentes. Conozco algo la naturaleza de Asia y del Himalaya, pero sé poco de sus problemas campesinos o al menos no con la profundidad necesaria para pronunciarme sobre ellos. Porque es de Asia (y de paso por derivación más territorios) de donde sale tu exposición y reflexión, y a esa región himaláyica concreta a la que aplicas lo de “la fragilidad de la naturaleza”, que ha dado pie a distintos comentarios. No tengo espacio para señalar lo que conozco sobre la naturaleza del Himalaya y sopesar su “fragilidad” o resistencia: es demasiado largo y complejo. Y hay de todo, desde montañas gigantescas a glaciares en retroceso acelerado, de deforestaciones a reforestaciones, etc. Unas veces es así el mundo y otras son así los hombres. Pero el gran tema de las relaciones entre el Hombre y la Tierra podría llenar bibliotecas.
Sabes que no quiero ni debo hacer geografía aquí, ya me han aguantado bastante mis alumnos en su momento, sino solamente apuntar tres asuntos:
El primero es sobre la palabra “emprendedor”, que usas, vocablo de siempre, antes de significado genérico y desde hace alrededor de un año específico, con sentidos distintos, y ya desgastada por propagandas y periodistas. Los “emprendedores” que alaba la televisión suelen ser de asuntos etéreos, virtuales y marginales, de modo que lo que nos cuentas, tan de fondo, resulta sumamente atractivo y con sustancia al introducir buenos modos entre los hombres en cuestiones tangibles. Hay tan pocas “buenas cosas” emprendidas que Ashoka me parece atractiva y admirable, tal como nos la describes. Y en esa Asia ingente, tan abarrotada en ciertas regiones fértiles y tan vacía en sus enormes desiertos, altiplanos y cordilleras, sea posiblemente una solución pensada para remediar abusos e irracionalidades. Sé de otras “soluciones”, he visto otras “soluciones” que espantan, que buena cosa es la esperanza en estas otras iniciativas.
El segundo punto es respecto al uso de la palabra “ecología”, que nació para designar una ciencia entre la biología y la geografía de la naturaleza en el siglo XIX y que ha tenido un importante desarrollo como tal ciencia , una implantación rigurosa en lo académico y ha adquirido también un significado popular equivalente al “medio ambiente” e incluso al activismo en su defensa. Incluso se ha ploitizado, ya sea como Partido Verde o como rama de los partidos clásicos, como ideología, como intervención. Por fortuna en nuestra lengua distinguimos (no así en otras, que utilizan el mismo término) entre ecólogo y ecologista. El primero es el científico y el segundo el activista. Pueden darse los dos en la mimsa persona, pero es más fácil que un ecólogo de formación pueda ser también ecologista de acción que un ecologista sólo de batalla conozca a fondo la ciencia ecológica. Y de entre de todas las especies de unos y de otros hay un número infinito de variedades más o menos interesantes.
Mi último punto se refiere al interés que tiene ponderar la fragilidad o no de la naturaleza con datos y razón. Pero depende qué entendamos por naturaleza, o de qué aspecto de la naturaleza se trate y hasta de qué lugar de la naturaleza estemos hablando. ¡¡Y todo esto puede dar para un curso… que es lo que no pretendía soltarte!!. Abrazos cordiales,
Eduardo
Siento las erratas, quería decir “debates”, no “bebates”… mil perdones, Eduardo