¿Eres tú, Guadarrama, viejo amigo, la sierra gris y blanca,
la sierra de mis tardes madrileñas que yo veía en el azul pintada?
Antonio Machado
Decía Luis Rosales que entre mirar y ver hay muchos siglos de distancia, que mirar es un fenómeno real y ver es un patrimonio cultural. Lo decía en 1985 con motivo de la inauguración del Mirador de Vicente Aleixandre en la falda sur de los Siete Picos. Al año siguiente Rosales tuvo su propio Mirador, no muy lejos del de Aleixandre, y fue entonces Pedro Laín quien dedicó unas palabras al poeta granadino que ahora descansa en el cementerio de Cercedilla: “Que tus ojos vean siempre, cuando miren, lo que siente tu corazón” . Eran los primeros Aurrulaques y a partir de entonces los Amigos del Guadarrama no hemos dejado de celebrar esas caminatas amistosas y festivas para implorar la protección de la Sierra de Guadarrama…
De estas cosas y de otras muchas, me temo que de demasiadas, hablé el miércoles pasado en un acto organizado por “Ámbito Cultural” de El Corte Inglés. Me habían pedido que participase en un ciclo de conferencias que lleva por título “conoce la montaña”. Parece que mi nombre está asociado a la Sierra de Guadarrama de forma casi irremediable. Así es que allí estuve en la torre de Callao, rodeado de buenos amigos y verdaderos montañeros y expertos en montaña, dispuesto a contar mi historia, la historia de un aficionado, de un “lepidóptero” como en alguna ocasión nos llamaron en la revista Peñalara a los senderistas. La verdad es que mi experiencia montañera es corta y limitada. Eso lo dije desde el principio, para que nadie se llamara a engaño… Pero claro, todos los que estaban en aquella sala me conocían bien y sabían qué podían esperar de mí. Sólo soy un “señor de Cercedilla” al que desde hace ya mucho tiempo le preocupa, le interesa y le apasiona el paisaje natural que rodea a su pueblo.
Llegué al acto con bastante tiempo, todavía con luz, y como me habían dicho que desde la planta nueve se podía contemplar una vista esplendida del Guadarrama, me fui para allá. Desgraciadamente las nubes no se llegaron a disipar del todo y no pude contemplar esa Sierra gris y blanca, que en sus tardes madrileñas veía Machado en el azul pintada. No hubo suerte, pero la subida a aquella alta planta en un gran ascensor lleno a rebosar de gente más deseosa de probar la “Gourmet Experience” que de disfrutar del paisaje, tuvo su pequeña recompensa. Desde ese Mirador instalado en lo que llaman el Times Square madrileño, descubrí algo obvio pero que nunca había podido comprobar de forma tan palpable: la Sierra y Madrid eran la misma cosa. A partir del primer plano del Edifico Capítol, buena muestra del art déco madrileño. se adentra uno en la Gran Vía y sigue y sigue hasta la Plaza de España, y sigue y sigue por Princesa hasta la Ciudad Universitaria y sigue y sigue hasta perderse en la Sierra. Yo miraba y veía como aconseja Rosales e iba descubriendo que ese paisaje de Antonio López, buen pintor pero que no me entusiasma, se convertía como en un fundido cinematográfico en un paisaje de Carlos de Haes, de Morera o de Beruete. Todo era lo mismo; la Sierra era Madrid y Madrid, como amenaza y como reto, era la Sierra. Mi conferencia se titulaba “A favor del Guadarrama” y allí mismo, cogí mi bolígrafo y agregué un punto final al esquema que había preparado inicialmente: “estar a favor del Guadarrama”, escribí, “era estar a favor de Madrid”.
Y eso es lo que más o menos traté de contar luego a mis amigos y oyentes. Fue el relato, un poco embarullado, de una ya muy larga historia de paciencia y perseverancia. En la presentación, Eduardo Martínez de Pisón se refirió a aquellas marchas cívicas por la Sierra; dijo que tenían sentido y sensibilidad y que fueron esenciales para lograr el reconocimiento del Guadarrama como Parque Nacional. Si lo dice Eduardo a lo mejor tiene razón, no lo sé. Pero yo hablé del pasado más que del presente. El pasado casi siempre lo tamizamos con un poco de nostalgia, de felicidad retrospectiva, y el presente… Me temo que de las nubes y las verdes praderas del pasado bajé al presente con cierta brusquedad y contundencia. Porque recorrimos un largo camino para llegar con ilusión y expectativas a este Parque Nacional que ahora tenemos… y lo cierto es que pasan los días, las semanas, los meses, y no pasa nada. Cómo si todo fuera un espejismo colectivo. Me hubiera gustado poder ver los Miradores de Aleixandre y de Rosales desde el Mirador de Callao. Sí, me hubiera gustado para no perder la esperanza, para animarme un poco…
La conferencia fue estupenda y nada embarullada, lo dice un oyente atento, llena de ingenio y, sobre todo, de verdad. En un momento Antonio dijo que la Sierra ya no depende de Madrid sino Madrid de la Sierra. Ya no es ese paraje montañoso un satélite en la órbita de la gran ciudad, somos los madrileños quienes necesitamos al Guadarrama, tan inmediato y continuo, para subsisitir y gracias a él Madrid goza de calidades muy especiales de las que carecen todas las capitales sin montañas. Si en el horizonte al final de una calle destaca un perfil de montaña, estamos salvados.
Gracias maestro; lo mejor, sin duda, de la conferencia fue tu presentación. Me honro eduardo en “andar contigo” en estas aventuras guadarramistas que creo que nos rejuvenecen. Gracias
Habrá que seguir defendiendo la Sierra (aunque prefieras hablar de la más pragmática “protección”); defendiéndola cívicamente, como sugieres, con los ojos puestos en la Administración. Lamentablemente, la conciencia que encierra ese “salvar Madrid” permanece aún, casi únicamente, en el lado de los que observamos el desfile político. Con todo, unos pocos salimos de allí con determinación “continuista”… y eso se parece a la esperanza.
Gracias por tu participación en el ciclo.
Gracias a ti Gonzalo por invitarme y por animarme. Efectivamente a las salida algunos jovenes que seguro que eran amigos tuyos me felicitaron muy cariñosamente y me mostraron esa determinación “continuista” a la que tu te refieres. !claro que eso se parece a la esperanza Gonzalo!
Hermosas palabras y reflexiones Antonio! Sentí mucho no poder acudir a tu conferencia!!!
Querido Antonio, nunca “un señor de Cercedilla”, ha deleitado tanto a un auditorio como lo hiciste tú el miércoles pasado en el mirador de Callao. Tu sentido del humor es más británico que carpetovetónico, lo cual es muy de agradecer. No reímos, y hasta nos emocionamos contigo…
¿Que te voy a decir Julio? Tengo siempre a mano tus libros y te llamo en busca de información y consejo más de lo que debiera. Eres para mi, en ersumen, una referencia indispensable en mis divagaciones guadarramistas.
Por todo eso tus comentarios tienen para mi un enorme valor aunque espero no llegar a creerme eso de mi humor britanico. Ya me gustaría. Gracias Julio
La charla de Callao, Antonio, fue un “Yo no me callo” absolutamente emocionante. La escuché como si te siguiéramos los pasos, Peñalara arriba, en plan Bing Crosby cantando “Siguiendo mi camino”, un cierto dandismo guadarrameño abrochado a tu corbata verde jara y a tus gemelos de goldfinger. No importaba tanto el estilo como hacer camino contigo. Desde aquel pregón de Cercedilla al cul de sac en que parece encontrarse hoy el futuro del Parque ha corrido mucha agua Fuenfría arriba y Fuenfría abajo. Pensemos que se trata e agua vivificadora, tanto como tus palabras. No te quepa duda de que esta vez no araste en el mar. Fuerte abrazo, uno más entre los más que merecidos aplausos de la concurrencia
Gracias Álvaro por seguirme en esto y en tantas cosas. Yo no sé que he ehcho para merecerme este donostiarra inteligente, culto y, además cariñoso; no lo sé.