Allende Guadarrama

Un blog de Antonio Sáenz de Miera

“El pesimismo no es una filosofía sino un estado de ánimo”.

Norberto Bobbio

Esto de hoy va de reflexión. De vez en cuando hay que hacer un alto en el camino y yo soy de los que se embalan y no paran. Hoy sí hago un receso para  ver como van las cosas en este blog que cuenta ya con trece entradas, contando esta última.

Comentarios de los que aparecen en el blog he recibido unos cuantos, pero no muchos, no tantos como me gustaría. No tantos en cualquier caso como mails y  llamadas dirigidos a mi particularmente. Hubiera sido mejor lo otro, pero se ve que mis amigos prefieren la “confidencialidad”. Lo siento pero lo entiendo: bastante hacen con seguirme. Gracias.

Una de las observaciones más  frecuentes es que me dejo llevar a menudo por mi afán de ver las cosas con buenos ojos y de encontrar vías de solución. “Eso del -oficio de unir- que aparece en el propio título de tu libro”, “esa tendencia tuya a tratar de unir cosas, personas, ideas te hace perder credibilidad, Antonio”. Bien, de acuerdo, probablemente tenéis razón, pero esa necesidad de “buen rollo” que me atribuís, me sale de forma casi natural. Sé bien que lo de ”unir” a veces lo consigo y  a veces no. Pero esa es mi forma de ser, mi carácter si se quiere así. Lo llevo conmigo desde hace mucho tiempo y no es fácil de cambiar. Me muevo mejor en los acuerdos que en los conflictos. Yo no creo ser demasiado optimista. Como decía Moustaki, soy más bien un pesimista alegre.

Ya, más en concreto, el profesor Laporta me advierte, muy finamente eso sí, de que debo de tener cuidado en no confundir la realidad de los hechos con mis preferencias personales. Una cosa es el análisis y otra tus afectos, me dice. y me recomienda  acudir a su maestro Bobbio para ilustrarme en el asunto. Pronto encuentro un interesantísimo documento del gran jurista italiano en el que habla de afectos y conceptos, pero para reconocer, que en su vejez, los afectos pueden para él más que los conceptos. ¿Afectos y conceptos enfrentados? No creo que sea necesario, no creo que debamos verlos como conceptos enfrentados. Sí que conviene no confundirlo, ser consciente de ello.  Quizás la edad -Bobbio escribió esto a los ochenta y tres año- influya.

La vejez te vuelve sentimental, tal vez más de la cuenta. Pero creo que algo del carácter que tenemos sigue estando con nosotros, permanece de algún modo en lo que somos, en lo que seguimos siendo. En mi caso no creo o no quiero que los conceptos y los afectos se vean irremediablemente enfrentados. En todo caso, es posible, muy posible, que ahora, con los años que ya tengo, los afectos vayan muy por delante.

Los conceptos nos ayudan a describir y a comprender el mundo. Pero sólo con los conceptos no podemos entenderlo todo. No hace falta ser viejo para que los conceptos se vean debilitados y atenuados por  la fuerza de los afectos. No es fácil mantener el adecuado equilibrio entre pasión y razón. Y no debemos dejar que los afectos enturbien nuestro entendimiento: el sueño del a razón produce monstruos. Seamos viejos o jóvenes, creo, amigo Laporta, que tendríamos que tratar de hacer compatibles, conciliables, las razones del querer con las razones de los “conceptos”, de los análisis. Es posible pensar en una razón apasionada o en una pasión razonable… Como también es posible seguir siendo joven de espíritu y viejo de corazón. Las vidas reales están  casi siempre tamizadas, mezcladas, desbordantes de contradicciones en los términos, en los conceptos… Está en nuestra naturaleza. Cuando uno reflexiona en lo que le dicen es, quizás, porque algo quiere cambiar en su forma de hacer y de vera las cosas. Quizás me vuelva más frío y analítico a partir de ahora. O quizás no. Uno no puede saltar por encima de su propia sombra…