Por fin Adrián Piera ha recibido el homenaje que se merecía por su contribución, absolutamente esencial, a la creación de las Ferias de Madrid. Esta misma semana se ha descubierto una placa en los recintos de Ifema para recordar a los visitantes que fue Piera quien dio los primeros y decisivos pasos para hacer de Madrid una gran ciudad ferial. Lo cierto es que nadie creía que eso fuera posible, pero Adrián
luchó contra viento y marea y lo consiguió. Fue una autentica hazaña y por eso los actuales gestores de Ifema han querido mostrarle públicamente su agradecimiento.En el acto del homenaje conté que, curiosamente, la historia de las Ferias de Madrid había comenzado en Barcelona. A finales de los setenta Adrián tuvo la oportunidad de conocer la experiencia ferial de Barcelona y decidió aplicarla en Madrid. Era lógico. Para los madrileños de nuestra generación la ciudad condal era una referencia cultural de primer orden. Nos impresionaba su modernidad, su carácter cosmopolita, el diseño, la arquitectura, el teatro… Lo veíamos con envidia sana, con verdadera admiración. ¡Qué buenos eran los catalanes y qué gran ciudad Barcelona!.
La sociedad civil madrileña daba muestras en aquellos años de una creciente vitalidad y pujanza: todo nos parecía posible. Piera se había fijado en las Ferias de Barcelona y otros nos fijábamos en otras cosas y, si nos parecían buenas tratábamos de emularlas. ¿Por qué no? Este es el sentido exacto y bueno de la competencia o de la competitividad, como se quiera de decir. Competir para mejorar, competir para crecer. En Madrid se hicieron muchas cosas en aquellos tiempos mágicos de los ochenta. Barcelona era un espejo pero había otros. Cada ciudad con su carácter propio, con su estilo, con su identidad si se quiere decir así. Creo, en cualquier caso, que Barcelona y Madrid se empezaron a mirar con admiración y respeto.
Pero no sé, me temo que siempre había un fondo de desconfianza, de duda, de resquemor… No tanto por lo que ambas ciudades eran y tenían en si mismas, como por lo que se supone que representaban. Hablo en pasado, pero esto sigue estando presente, quizás más que nunca. Representaciones excesivas y equivocadas. Barcelona igual a Cataluña, Madrid igual a España. Barcelona igual a vindicaciones independentistas, Madrid igual a gobierno central. Nacionalismo frente a nacionalismo. Equivocación frente a equivocación. Porque sabemos bien que las dos ciudades tienen mucho futuro si logran caminar juntas en amor y compañía. Se necesitan y se complementan. Esta es una de esas obviedades, que por ser tan diáfanas, sorprendentemente nos pasan desapercibidas, como si esa fuese una cuestión menor, cuando realmente es lo esencial. Las construcciones mentales, al final, perturban nuestra percepción cabal de la realidad que tenemos ante nuestros ojos. Y, desgraciadamente, la política no ayuda a aclarar las cosas.
Como me gusta leerte!!!! Un abrazo
Leonor Esguerra Portocarrero
Directora de Cultura
Secretaría General Iberoamericana
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Sabias palabras, Antonio, entre dickensianas y orteguianas. Sin demérito de todo lo que dices, propongo otra comparación no demasiado perversa. ¿Por qué no Madrid-Nueva York? Estados Unidos es el país que más turistas aporta a Madrid. La crisis no ha mermado la afluencia de norteamericanos a la capital, pero la gran novedad es el incremento de madrileños viajando a la Gran Manzana. En el último año, Manhattan se ha convertido en un destino recurrente potenciado por el boca a boca, por la oportunidad de traerse un iPhone y por el ansia de comprar en la tienda de Abercrombie & Fitch. Nueva York ya no resulta remoto o caro. Pero lo más importante es que hasta que no se visita la metrópoli insomne no se posee una completa referencia de nuestra ciudad. Pienso que Madrid ha dejado de medirse con Barcelona e incluso está abandonando el espejo europeo; hoy nuestras grandezas y miserias se revelan cuando nos miramos en los escaparates de la quinta avenida. A Madrid llega Tiffany’s, el brunch y el Friday black; proliferan los rascacielos, los musicales y los suramericanos sirviendo en los Subways. Cada vez es más necesario entender Nueva York para explicar esta villa. En Manhattan el madrileño puede sentir el placentero y a la vez cruel anonimato que experimentan muchos foráneos cuando se adentran en nuestra capital. En ocasiones las ciudades propias se comprenden viviendo otras. Observando Madrid cada vez se ve más Nueva York, y mirando Nueva York… cada vez se ven más madrileños. No descarto que también se vean catalanes.
Gracias Álvaro; tienes toda la razón. Yo allí. en NY, me he encontrado como en casa y de siempre he dicho que me recordaba a Madrid, lo mismo que Rio me recuerda invitablemente a tu san Sebastián.
Todo eso es verdad, pero lo de Barcelona es, lo sabes tu bien, otra cosa.
Estoy ya preparando ya mi próxima entrada -esto de los blogs es no parar- y me he ido de Barcelona a Cataluña. Nueva York no nos procupa, pero Barcelona y Cataluña sí. Sé que dicen con frecuencia por allá que “España no los estima” y estimar en catalán es más que querer. Lo que yo quiero decir, y hablo por mí porque ls abstracciones Cataliña España sirven para poco si no es para enredar, es que sí que estimo a Cataluña y a los catalanes.
Y hay muchos, estoy seguro, comno yo. Los catalanes tienen que saberlo. Y yo, en mi blog, se lo voy a decir. A ver como me sale